Capítulo N° 10

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El peor sentimiento es aquel de impotencia cuando te das cuenta que todo tu esfuerzo fue en vano.

Es como si supieras exactamente lo que va a pasar y a pesar de ello no puedes evitarlo, cuando te das cuenta que solo fuiste un títere del destino al que le tocó ver y vivir lo peor.

En ese momento no peleas por retroceder el tiempo sino por ser tú aquel que sufra, sientes que tu mundo se cae.

Aquella tarde fue triste y lluviosa para compensar la nube oscura que estaba alrededor de una casa que ya no producía calor ni alegría.

Ante tanta insistencia por parte de aquel chico que parecía un vagabundo un vecino llamo a emergencias y aunque él hizo todo por acompañarla era obvio que no podía.

Sus lágrimas caían con la misma intensidad de la lluvia, como si el cielo y él estuvieran confabulados para soltar todo el dolor acumulado.

-Estas loco -le dijo se compañero- su esposo estará ahí.

-Nada me importa si ella no sobrevive.

-Lo hará.

Le dijo el hombre como un consuelo para ambos, nunca es fácil ver como llevan a una mujer con las muñecas cubiertas de sangre.

En la sala de urgencias los doctores corrían por todas partes, el rumor de que era la esposa de un importante doctor ya había corrido por todo el centro hospitalario.

Todos intentaban hacer su trabajo lo mejor posible y ella solo susurraba "déjenme" tratando de luchar.

Estaba viendo un bosque, miraba la libertad y las sonrisas de muchos niños, en esos momentos una enfermera que tropezó con los utensilios médicos vio como una lágrima rodaba lentamente.

Imagino que ella no debió encontrar otra salida para llegar a ese extremo, nadie sabía lo que había pasado.

Horas después llego Pablo fingiendo compasión como hacía siempre delante de otros, con los ojos enrojecidos pero no de llanto sino de enojo y furia por la vergüenza que ella le había hecho pasar.

Procuro hablarle al oído por si alguien más estaba por ahi, aún sabiendo que la habían dormido.

-Me las pagarás -susurro.

Ella sentía todo como un sueño, sin embargo al escuchar de forma lejana la amenaza se tensó.

Pablo se marchó horas más tarde en ese momento un joven con una ropa muy vieja logró entrar en su habitación y la abrazo.

Como si con eso curará todo el mal que ella tenía dentro, la abrazaba como si su vida dependería de ello.

-No te dejare -le decía al recordar que en algún momento también le había dicho lo mismo.

Al pensar en las promesas rotas que habían quedado en un pasado que ahora se parecía más a otra vida.

Recuerdos que solo estan ahi para mostrarte todo lo que faltó, todo lo que no hiciste, todo en lo que fallaste.

Cuando alguien que tu amas se debate entre la vida y la muerte, lo primero que piensas es "¿le dije todo lo que siento?".

Un millón de veces la respuesta es no, por eso Teo apelaba a todas las fuerzas superiores que había para que Julia despertara o que al menos lo escuchara.

"Estoy aquí", "No me ire", hablaba todo el tiempo para que ella sintiera un poco lo que él. Para que sus ganas de vivir regresarán.

Tres, debían ser cuatro pero fueron tres los días que Julia estuvo en el hospital, esos días que parecían una nueva vida para ella.  Todo era más llevadero, para Julia era un descanso quizá solo un poco de alegría, un pedacito de lo que ella ya no tenía que se perdía con la llegada de su esposo, siempre con esa sonrisa hipócrita y con el aura de estar tramando algo.

Debido a todo lo que sucedió, le recomendaron ir a psicología por lo menos para descargar un poco lo que pasaba, ella asistió a una sesión antes de salir del hospital.

Ese psicólogo le habia dicho que lo que le hacía falta era cambiar un poco de rutina y de ambiente, que la terapia podia ayudar pero no era el servicio completo, ella debía poner de su parte.

Su primera tarea fue encontrar por lo menos dos cosas que la hicieran sonreír, cuando Julia no supo que contestar. El médico solo le dijo que pronto sabría y que lo hablaban la siguiente sesión.

Cuando Pablo fue a recogerla un escalofrío cruzo por todo su cuerpo, pues sabía lo que le esperaba en casa y tenía miedo de lo que sucedería.

Pablo les sonreía a todos mientras sacaba a su esposa del hospital, pero ni bien llegaron al parqueo la sonrisa desapareció y se convirtió en una mueca de rabia.

Subieron al vehículo sin decir palabra, todo el camino fue así tenso y silencioso.

Llegando a casa las cosas no fueron distintas, Pablo ayudo a que su esposa bajara del auto a vista de todos los vecinos curiosos y un espectador especial.

Al entrar a la casa, ella quiso hablar pero lad palabras no salían, él solo la miro con desprecio y siguió su camino.

-Pablo -susurró ella.

No hubo respuesta, no le hablaron hasta que él ya estaba en la puerta.

-Cocinate algo, volveré mañana.

Mucha gente piensa que la violencia física es lo peor aunque no sabes que el maltrato psicológico se lleva un premio por mucho, porque es difícil de probar y todas las marcas que deja son internas.

De esas en las que no importa el esfuerzo que hagas sabes que no se te olvidan con tanta facilidad.

Todos dicen que hay una luz al final del camino pero pocos saben que hay túneles sin luz, cuevas sin salida y puertas que nunca van a encontrar.

*****
Aunque la historia solo debía tener 10 capítulos pienso que algunos más ayudarán a dar un cierre.

Espero que les guste.

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