¡Cinco meses! Ahora que lo pienso, me parece la locura más grande, haber sobrevivido todo este tiempo sin mi pequeño y hermoso Nat; no permitiré que me deje otra vez. Los besos que le estaba robando a Nat, cada vez se volvían más húmedos y desesperados, su diminuto cuerpo estaba pegado al mío con mi fuerza.
- ¡Max, me asfixias! - Dice en un jadeo, cuando liberé sus labios por unos segundos.
- Asfixiado me sentí yo, en los meses que no te tuve.
- ¿Quieres decir qué... Hoy, tú...?
- Te haré el amor, Nat. Lo que resta de la tarde y toda la noche. - Lo puse contra la pared, junté nuestros cuerpos y deslicé mi mano derecha en su torso, sobre mi camisa que le queda grande.
- ¿Lo dices en serio? - Podía ver su excitación, su cuerpo temblaba entre mis brazos y finalmente, subió sus manos por mi pecho hacia mis hombros.
- Al fin te tengo conmigo; estás entre mis brazos mi amor. Ahora, dedicaré mi vida a decirte y demostrar que te amo. - Nat enreda sus piernas en mi cintura, provocando que mi evidente erección se roce con su cuerpo.
- Entonces, ¿por qué seguimos hablando?
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Mi habitación se veía tan grande en ese momento, la cama estaba lejos y yo estaba realmente desesperado; por lo tanto, lo llevé al sofá que estaba cerca y rompí mi camisa. Nat me mira sorprendido, mientras yo termino de arrancarle esa prenda, que para ser pequeña me estorba demasiado para poder ver su torso.
El rostro de Nat estaba tan sonrojado que no se notaba cuál era su verdadero color se piel; fue muy hermoso verlo de aquella forma y más cuando se sentó a horcajadas en mí para seguir besándome. Pronto veo la boca de Nat abrirse, un sonido suave y delicado salió de allí; era como flotar entre las nubes, hasta que reaccioné.
- Nat, ¿cómo?... ¿Qué hiciste?
- Dijiste que te obligara a hacerme el amor...
Fue una gran sorpresa la que me llevé, durante el transe, podía sentir su cuerpo, la forma en que su piel ardía bajo las yemas de mis dedos; incluso una leve mordida en mi cuello. Increíble fue para mí, que mi mano derecha estaba dentro de su bóxer, jugando ya con su entrada y con mi boca estaba succionando su pezón izquierdo.
- ¿No te gustó? - Preguntó con preocupación.
- ¡Me encantó!... Pero hazlo la próxima vez, o cuando esté ocupado y no te preste atención.
- ¿Cómo? ¿Habrá un momento en que no me prestarás atención?
- Concéntrate Nat... Porque por ahora, quiero disfrutar de tu cuerpo, estando consciente.
Continué en lo que él me había obligado a hacer con su canto, el cual fue maravilloso, pero quiero tener el control de lo que estamos haciendo, quiero ver como Nat lo disfruta. Me incliné hacia su pezón derecho, le di una leve mordida, mientras con mi mano seguía tocando aquel lugar, esa zona sensible que es mía.
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