Capítulo 5

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Narra Max:


Apenas ayer conocí a Nat, me parece divertido y amable; pero me siento preocupado cada vez que empieza a hablar tantas locuras. Aunque es hermoso cuando eso deja de importar porque me hace sonreír al probar o conocer “cosas nuevas”, y ver cómo se le ilumina el rostro con inmensa felicidad.

Justamente ayer, estuve hablando con mi confidente y mejor amigo, Zee Pruk, lo sabe todo sobre mí, incluso descubrió la conspiración de los que me abandonaron en alta mar; también le dije que Nat se parece mucho a aquella sirena que me encontró cuando los tiburones me rodeaban y me salvó la vida.

- ¡Max, entra en razón! ¡Las sirenas no existen!

- Fue real, Zee. Y demostraré que Nat es aquella sirena, así sea lo último que haga.

- Bueno amigo, cuando regreses a la realidad, ya sabes dónde encontrarme.

Zee aún insiste con que se me metió agua salada en el cerebro; pero yo estoy más que seguro de lo que vi, y si Nat tuviera su cabello largo, senos y una cola verde de pez, juraría que él y la criatura marina, son exactamente la misma, sin embrago, no sé de qué manera puedo demostrarlo.

A la mañana siguiente, mandé a uno de los sirvientes, porque antes de dormir, recordé las palabras de Zee y hasta yo creí que me estaba volviendo loco. Pero la sola idea de que alguien más haya visto su cuerpo desnudo, me hace hervir la sangre; quiero sacarle los ojos y dárselos a los buitres.

Cuando llegamos al pueblo, lo vi tratando de ayudar a todos los que pudo; después fuimos al orfanato donde jugó con los niños y sentí mi corazón revoloteando. Por eso, al entrar en su habitación y sin importarme la locura que me preguntó, tuve que besarlo, necesitaba hacerlo.

- ¡Max! ¿Te volviste loco? - Se separó de mis labios para respirar.

- Mírame... - Rodeó su cintura con mis brazos para que no pueda soltarse de nuevo. - Tú me vuelves loco.

Vuelvo a besarlo con la misma intensidad, porque esa boca que habla locuras, es lo que yo deseo; Nat intenta separarse de mí, pero es en vano, sobretodo cuando lo puse contra la pared y estuvimos aún más juntos, tanto que no había espacio ni para que el aire circulara entre nosotros y siento que quiero reclamar a Nat.

Tok Tok Tok

- ¡¿Quién es?! - Pregunté furioso por la interrupción.

- Su alteza, se nos informó que su majestad, la Reina madre se dirige hacia el palacio.

- ¡¿Algo más?!

- No, su alteza.

- Entonces vete, estoy ocupado.

Capturé de nuevo los labios color frambuesa de Nat y esta vez, él abrió su boca, dándole paso a mi lengua; así que lo hice, lo devoré a mi antojo. Pronto lo llevé hasta la cama, sin soltar esa boca me acosté por completo sobre su cuerpo y deseo más que esto, quiero que Nat me pertenezca solo a mí.

Los suaves dedos de Nat empiezan a quitar los botones de mi camisa y mi reacción inmediata, es hacer lo mismo, por lo tanto, también quité los botones de su camisa. Besé sus mejillas, su cuello, su pecho y lo escuché sollozar mi nombre; es tan sensual tenerlo sometido de esta manera y que a él le guste.

Tok Tok Tok

- ¡¡¿QUIÉN?!! - Grité con ira.

- Soy yo de nuevo, su alteza.

- ¡¿Y ahora qué quieres?!

- Su majestad, la Reina madre ha llegado.

Por primera vez en 29 años, mi madre no es lo más importante para mí; solo quiero que se vayan y dejen de interrumpir este momento especial al lado de Nat. Lo bueno es que como no respondí, el empleado ya no dijo nada, por lo que aproveché para iniciar una nueva ronda de besos con este precioso chico.

Entre nuestros besos, Nat me pedía que fuera a ver a mi madre; sin embrago, quiero más de esto, de sentirlo temblar debajo de mí. Lo agarré de sus hombros y lo senté para quitarle esa camisa que empezaba a estorbarme mientras seguía besándolo, pero fue justo cuando...

(PUM)

- Se puede saber, ¿qué demonios es tan importante que no puedes ir a recibirme Max?

- ¡Mamá!

Jamás imaginé que mi mamá invadiría la habitación de aquella manera tan estruendosa, y menos que me vería con Nat en esa posición tan comprometedora. Hubiese sido bueno arrojarme de la cama; pero ¿cuál era el punto? De todas formas ya nos había encontrado, no tenía nada más que ocultar.

Nat se abotonó la camisa a gran velocidad y fue muy cortés, al levantarse de la cama, presentarse con mi madre y hacerle reverencia. La Reina, pese a su lugar en la monarquía, siempre ha sido muy humilde y correspondió el saludo de Nat con una sonrisa antes de darle un fuerte y cariñoso abrazo.

- Te espero en la biblioteca, Max.

- Sí mamá, ya te alcanzo. - Entonces se fue.

- ¡No puede ser! ¡Qué susto! Te dije que fueras con ella.

Hasta regañándome se ve tierno Nat, tuve que abrazarlo de nuevo y lo robé otro beso mientras le pedía que por favor se calmara. Le di varios besos más antes de decirle que fuera a dormir, ya que mi madre de seguro ha venido al palacio para tratar temas aburridos y sobretodo diplomáticos.

Obviamente, serán asuntos largos y extremadamente aburridos, por lo tanto, no podré regresar a los brazos de Nat esta noche, aunque sea lo que más desee. Realmente, no quería salir de esa habitación, así que besé a Nat hasta el cansancio, esperando a que mi mamá desistiera, pero envió por mí en su lugar.

Llegué a la biblioteca, un lugar hermoso que perteneció a mi padre hasta que él falleció hace algunos años y ahora es mi escondite privado. Mi madre está en la misma silla que yo cuando era más joven y me reunía con mi padre en esta biblioteca.

- Hijo, tenemos problemas en la zona norte.

- También me da gusto verte madre.

- No es un juego, el barón quiere quedarse con el reino y si no hacemos algo, lo logrará.

- No me hagas reír madre, el barón solo es un ebrio empedernido que desea beberse toda la reserva real.

- No te burles que el vizconde lo está ayudando.

- ¿El vizconde también es borracho?

- ¡Max!

Tal como deduje, todos fueron asuntos diplomáticos, claro, después de reírme del ridículo plan del barón y el vizconde que no tienen nada productivo que hacer. Hablamos de algunas construcciones, obras de caridad, entre otras; eso era obvio, lo que no esperaba, era que quisiera hablar sobre un tema que yo asumía que estaba enterrado.

- Puedo ver qué te gusta ese joven, Nat. Pero creo que debo poner tus pies en la tierra y aclararte que no puedes estar con ese chico.

- Con todo respeto madre, es a él a quien mi corazón escogió y es con él con quien quiero estar.

- Me permito recordarte tu compromiso con la hija del Duque y que dicha promesa dicta, que deben casarse en tres meses, cuando ella cumpla los 21 años...

Amor De Sirena "MaxNat"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora