Robert Pattinson

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AHHHHHHHHH, ya sé.

Mi yo adolescente de 15 años llora de felicidad... no les puedo explicar lo mucho que este precioso inglés marcó esa etapa de mi vida. Escribir sobre Edward Cullen fue mi inicio en esto (son escritos super secretos que no creo que vean la luz).

¡Así que aquí vamos! Espero hacerle honor a mi amor adolescente por este sujeto.

(¿No creen que los ingleses tienen algo especial?)


(¿No creen que los ingleses tienen algo especial?)

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¿Crepuscu...qué?

— Chocolate — dijo tomando la caja de cereal.

— Natural — dije impidiendo que la metiera a la caretilla.

— Chocolate — volvió a repetir sin soltar la caja.

— Natural Pattinson — traté de hacer mi mirada de advertencia.

Me vio y dejó la caja de cereal en el estante, acto seguido caminó rodeando la caretilla y se colocó detrás de mí. ¡Iba a jugar sucio!

— Deja que me lleve mi cereal de chocolate y prometo darte el mejor sexo oral de tu vida — me susurró, coronando su invitación con una pequeña mordida en el lóbulo de mi oreja. 

— Juegas sucio Pattinson, juegas sucio — soltó esa risita ganadora y pasó su mano por mi cintura, para luego estirarla un poco más y tomar la caja de cereal.

— Te amo preciosa — besó mi mejilla.

Ese momento me recordó a cuando nos conocimos.

Me fui a vivir a Londres por trabajo. Estaba sola en una cuidad desconocida y trataba de adaptarme lo más pronto posible. En una de mis primeras aventuras por la cuidad, decidí ir al supermercado.

Estaba acostumbrándome a todo, el idioma, el clima, las personas, el té. Y mientras visitaba el pasillo de los congelados, en mi vista periférica apareció un alto hombre de cabello dorado con barba, ropa deportiva y gorra.

— ¿Vas a llevarte eso? — preguntó señalando el queso que tenía en las manos. En ese momento pude fijarme en un par de esmeraldas que engalanaban ese rostro felino y sumamente atractivo. Hice clic, claro que conocía ese rostro, claro que sabía de quien se trataba, claro que...

— No en realidad ¿Lo quieres? — se lo ofrecí y lo tomó, su mano rozó la mía y millones de descargas eléctricas se distribuían por mi cuerpo.

— Gracias, pero ahora me siento un poco culpable por haberte arrebatado el queso — me sonrió de una forma encantadora y sensual, su rostro se asemejaba al de un puma o un león... vaya ironía.

— Igual no iba a llevarlo — traté de sonar lo más controlada posible, no quería que se diera cuenta que mi adolescente interna gritaba y bailaba eufóricamente en mi cabeza.

Con amor, [One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora