Steve Rogers

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Steve Rogers

¡Nuestro trasero de América!

Esta historia nació gracias a los mil millones de tiktoks diarios que veo de Chris Evans. 

A tu izquierda

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A tu izquierda

— Oficialmente eres una vengadora — Stark me veía sonriente.

— ¿Se supone que ahora deba sentirme diferente o algo? — le pregunté y Natasha comenzó a reírse.

— ¡Esa es mi chica! — contesto la pelirroja y Thor negó divertido.

— No en realidad niña... por cierto, mañana cinco de la mañana — me dijo señalándome con el dedo.

— ¿Qué pasa a las cinco de la mañana? — Natasha me palmeó la espalda.

— Sales a correr, todos lo hacemos con el Capipaleta — prosiguió el castaño.

— Y si no llegas temprano, te va a poner a hacer cardio extra — continuó Clint.

— ¿Cinco de la mañana? ¿Es necesario estar tan temprano? — todos rieron.

— Eres una vengadora, viene con el paquete — concluyó Wanda. Me encogí de hombros y cada quién se dedicó a lo propio.

...

Bastante me había costado levantarme, pero acá estaba a las 4:59 esperando a que todo el mundo apareciera. Entonces lo vi, venía con su ropa deportiva.

— ¡Buenos días Cap! — lo saludé y él me vio extrañado.

— ¿Qué haces despierta y vestida así? — lo vi extrañada.

— ¿Pues qué más? Estoy esperándolos para salir a correr... no se si Tony te informó, pero hoy es mi primer día — levantó la ceja y luego bufó.

— Te jugaron una broma linda... el único que sale a correr soy yo — ahora entendía el porqué de las risitas de todos.

— Bueno... ya estoy despierta ¿Te acompaño? — me sonrió... por primera vez desde que llegué me sonrió.

— Vamos — me dijo y lo seguí.

Las afueras del complejo estaban totalmente silenciosas, me dediqué a observar el camino y tratar de seguirle el paso a Rogers. Nos adentramos en el bosque y seguimos por un pequeño camino cuesta arriba.

No dije nada, pero comenzaba a sentir mis piernas quemarse. Aún así le seguí el paso, pero definitivamente era alguien totalmente irreal. Podría jurar que ni siquiera había sudado.

— Podríamos tomarnos un momento — me gritó sin voltearme a ver.

— No, estoy perfecta — traté de mentir, escuché su risa, pero efectivamente no paró.

Corrimos por lo que pareció una eternidad y luego él paró. Agradecí que se detuviera y di un muy necesitado respiro. Cuando logré recuperarme y levantar la vista, casi me voy de espaldas.

Con amor, [One Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora