3_Nueva York (parte 1)

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LUCRECIA

Observo como Nadia se concentra en el libro que está leyendo. Le dedica a la literatura la misma concentración que le dedica al estudio. Es una de las cosas que aprendí de mi amiga después de vivir seis meses juntas en un pequeño departamento de Nueva York. Mi amiga. Esa expresión me hace reír teniendo en cuenta que fuimos rivales por tanto tiempo y que hice todo por hundir a Nadia. Como cambiaron las cosas es lo que más me sorprende. Aunque no puedo decir que nuestra amistad sea la única cosa inexplicable que ha sucedido por toda la mierda que vivimos en Las Encinas. Guzmán se hizo amigo de Samuel y hasta en ocasiones me daba impresión que su aprecio por el becado es superior que él que tuvo por Ander o Polo quienes fueron amigos suyos desde la infancia. Claro que la amistad no es algo que se pueda cuantificar. Por lo que vi en Instagram Rebeka se hizo amiga de Cayetana cuando siempre estaban peleando. El mundo que supe conocer ya no existe para mí y no se decir si eso es necesariamente malo.

Nadia me ha apoyado en todo en estos seis meses y ahora es como mi hermana. Y pensar que antes la odiaba por haber enamorado a Guzmán, cosa que nunca pude hacer, y por sentirla como una amenaza. Ahora ella es una de las razones por las que sigo adelante. Perder mi dinero y mi posición, mi familia y haber matado a Polo me puso en un lugar de oscuridad y miedo en el que nunca había estado y me obligó a reinventarme a mí misma. Sin embargo, después de ir a terapia por medio año, llegué a la conclusión que no tengo derecho a derrumbarme. Lo de Polo será algo que siempre llevaré conmigo pero mis amigos se arriesgaron por mí y en honor a su sacrificio es que tengo la obligación de seguir con mi vida y, si puedo, ser feliz.

Recordar como todos me encubrieron es algo que hasta el día de hoy sigo analizando en mi cabeza. Fue fácil asimilar que Valerio como mi hermano y Carla y Guzmán como mis amigos me hayan ayudado, incluso Ander con quien siempre tuve una amistad aunque no tan estrecha u Omar a quien adoré desde el primer momento pero al que no conocía desde hace mucho. Hasta racionalicé que Nadia me ayudara porque en nuestros últimos meses en Las Encinas logramos empatizar la una con la otra de una forma impensada. Pero lo que terminó de desmoronar a la vieja yo es que personas a las que no siempre traté bien se arriesgaron por mí. Samuel, Rebe y Cayetana no me debían nada (sobre todo Cayetana) y sin embargo me ayudaron. Claro, Samuel lo hizo por Carla y no por mí pero aun así no puedo evitar llorar cuando recuerdo lo que hizo.

Sin duda haría muchas cosas de un modo distinto si pudiera volver el tiempo atrás pero no creo que sea sano pensar de ese modo.

Las clases en Columbia han ocupado la mayor parte de mi tiempo y eso es algo que agradezco. Creo que una rutina es un elemento para ayudarme. Logré llevarme bien con mis compañeros aunque no puedo decir que logré una amistad con ellos. Con Nadia me basta por ahora. Lo que si hice es buscar una relación mejor con mis amigos de Las Encinas pero a distancia. Trato de tener a todos presentes. Con quienes mas me relaciono es con Carla y Omar pero trato de estar bien con todos. Con Valerio logré una relación de hermanos normal y hasta buena ya que de verdad es la única familia que me queda. Me ayudó económicamente por un tiempo ya que Carla le paga bien como su representante en las bodegas pero conseguí un trabajo en una importante inmobiliaria como recepcionista ya que era momento que saliera adelante por mí misma.

Es mi primer trabajo y en él me tratan bien pero la desventaja es que ahí debo ver a Connor todos los días. Lo había visto en Columbia muchas veces y hasta lo sorprendí mirándome en varias ocasiones. Por conocidos en común me enteré que estaba un año delante de mí en la universidad y que estudiaba Administración de empresas y según uno de sus amigos esto es para "hacerse cargo del negocio familiar", algo que no entendí en ese momento.

Tantas veces lo había descubierto mirándome y esquivándome la mirada de golpe con mucha timidez. Era atractivo sin duda. De 1,80 m. más o menos, un cabello castaño que me daba la impresión de haber sido un poco rojo en algún momento, ojos marrones que cuando se les refleja la luz del sol parecen verdes, con un cuerpo que evidenciaba que iba al gimnasio y una sonrisa tierna que rebozaba timidez. Me sentía rara porque nunca habíamos hablado y me daba miedo mostrar interés por un hombre después de lo que viví con Guzmán y Valerio pero Connor me miró tanto que en un momento comencé a mirarlo yo. Cuando llegué a la conclusión que no se acercaría a mi pero seguiría mirándome, la vieja Lucrecia se apoderó de mí y decidió acercarse a él y presentarse. La capacidad de imponerme es una de las pocas cosas que extraño de mi viejo yo pero Connor tenía una sorpresa para mí. Cuando por fin me animé a acercarme y presentarme cuando lo vi sentado solo en el campus me puse muy nerviosa pero decidí ocultarlo bajo un rostro de hielo (algo que aprendí de años de observar a Carla) y me acerqué desde lejos hasta donde él estaba. Me sentía una tonta por acercarme así a un chico del que ni sabía su apellido pero la adrenalina me ganó y encaré. El vio que me estaba acercando en su dirección y me dio una sonrisa que mostraba sorpresa y cierto alivio (quizás no se acercaría a mí por timidez) pero cuando ya estaba a diez metros de él una muchacha rubia apareció y lo abrazó y para rematar mi sentimiento de estupidez le dio un largo beso en los labios. El lució sorprendido pero no la apartó. Claro, es su novia, pensé. Mientras ella lo abrazaba el me miraba a mí y no sé si su rostro reflejaba sorpresa, frustración o lo que sea pero no me di la oportunidad de pensarlo más y después de dar media vuelta vine a mi departamento. Me sentí tonta por sobre interpretar miradas y decidí olvidarme de todo.

CARMUEL: LLEGANDO A LA GRADUACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora