15_Sueños

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CARLA

Camino por un lugar muy iluminado y mis ojos tratan de adaptarse. No sé dónde estoy ni que hago aquí. Solo recuerdo que anoche llegué muy tarde al apartamento de Samuel pero todos estaban aún ahí. Me esperaron porque querían que todos estemos reunidos una vez más.

Pero ahora no sé dónde estoy. Camino de modo automático porque en realidad no sé hacia donde me dirijo. Miro hacia mis pies y noto que estoy descalza. Llevo un vestido negro corto. ¿Por qué estoy descalza? ¿Dónde estoy? Debería estar durmiendo junto a Samuel en su cama ¿en dónde está él?

Poco a poco mis ojos se adaptan a la luz y puedo ver en qué lugar me encuentro. Estoy en el pasillo central de Las Encinas. No logro ver a nadie por aquí. ¿Qué hago aquí?

Miro los salones de clases y están vacíos. Sigo caminando como si mi cuerpo supiera hacia donde se dirige pero mi cerebro no. Pero de a poco lo comprendo, me dirijo a la piscina. ¿Por qué hacía ahí? En ese lugar se arruinó mi vida, la de todos.

Llego hasta la piscina y en el extremo más lejano veo alguien sentado en el borde con los pies dentro del agua. No tengo otra opción que acercarme hasta donde está. Voy con lentitud y a cada paso puedo ver de forma más nítida a esta figura. Esta con un vestido un poco más largo que él mío pero es totalmente blanco. Sus rizos rojos están sueltos y se mueven sutilmente mientras chapotea sus pies en el agua.

-Marina-digo en voz baja.

Ella levanta la mirada y veo algo que ya había olvidado: su sonrisa.

-Hola Carla.

-Tanto tiempo Marina-le digo con dudas.

-¿Fue mucho tiempo? Supongo que aquí el paso del tiempo no es algo en lo que se piense mucho-dice Marina.

-¿Aquí? ¿En Las Encinas?-pregunto por qué no entiendo lo que me dice.

Me mira sonriendo como si estuviera aguantándose la risa porque conoce un secreto divertido que yo ignoro.

-¿Qué hacemos aquí?-me siento incomoda. Marina es un tema que aún me incomoda, y Marina en persona mucho más.

-Pues solo estamos aquí tú y yo así que supongo que lo único que podemos hacer es hablar.

-¿Tienes cosas feas para decirme?-pregunto a la defensiva.

-¿Tienes cosas lindas para decirme?-pregunta Marina con buen humor.

La observo tratando de buscar rastros de tristeza, odio o vergüenza pero solo veo calma en ella. No sé qué hacer pero visto que charlar con ella es la única opción me siento junto a ella en la piscina. Ella mira las ondas que su sus pies provocan en el agua y eso parece divertirla mucho. Es como si esperara que yo fuese la que hablase primero. ¿Pero que decirle? Incluso desde antes de su muerte nuestra amistad ya se había destruido. Su muerte. Parece ser un buen punto de partida.

-Lamento mucho tu muerte-le digo sin mirarla a la cara.

-No fue tu culpa-me dijo con total naturalidad.

-Pero ayudé a que tu asesinato no se esclarezca. Fui una mala amiga. No estuve para ti cuando me necesitaste.

-Y yo me alejé de ti y tú siempre me necesitaste. Quizás mi rebeldía te hubiera inspirado a que te liberes de tus padres, a que terminaras antes con Polo y que pudieras estar con alguien a quien si ames. Nunca debí alejarme de ti. Lo lamento. Yo estaba perdida pero me olvidé que no era la única. Yo si fui una mala amiga. Hice daño de forma innecesaria a mucha gente. Tú, mi familia, mis amigos, Samu...

Quería llorar. Ahora en este tiempo y espacio extraño estoy teniendo con Marina la conversación que siempre nos debimos y ni siquiera puedo decir que sea real.

CARMUEL: LLEGANDO A LA GRADUACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora