Capítulo 25

2.8K 138 13
                                    

El día había sido una locura, de la buena manera, y aunque Max se había quejado un montón del poco tiempo que nos habían dado a solas, a mí me parecía de lo más interesante verlo ser él, lejos de una pista de carreras y/o un monoplaza. Estaba encantada, simplemente no podía estar más enamorada luego de verlo ser un hijo amoroso, un hermano mayor protector, un tío divertido y, finalmente, un novio perfecto que me había comprado pastel de zanahoria y había involucrado a toda su familia en el ritual de cantar "feliz cumpleaños" —que gracias a Dios era una versión mucho más corta que las mañanitas—; pero, también estaba muy orgullosa de mí por no ponerme a llorar en cuanto Sophie me felicitó llenándome de abrazos junto con Victoria y se me entregaron un montón de regalos que definitivamente no esperaba y aún no abría, pero que me hicieron sonreír cuando los miré descansar en una de las altas y largas cajoneras al lado de la amplia cama del camarote donde pasaríamos la noche, sí, en el bote de Max, donde habíamos pasado la mayor parte del día en un plan que debió haber sido una escapada romántica y que terminó siendo una reunión con su familia.

—Entonces... —la voz de Max me hizo mirarlo salir del baño, su toalla colgaba indecentemente de su cadera, y los músculos en su torso y brazos se mostraban con la maniobra que hacía para secar su cabello con otra toalla más pequeña. Solo podía pensar: feliz cumpleaños a mí—, quería darte esto cuando los demás te dieron sus regalos, pero no quería que Victoria te incitara a que lo abrieras frente a todos —sus palabras apenas se registraron en mi cerebro mientras seguía sus movimientos por su habitación, lo vi acercarse al clóset y del estante más alto —que yo probablemente solo alcanzaría con un banquito— bajó algo rectangular, envuelto en bonito y elegante papel morado con un moño blanco.

—Max... no debiste, traerme aquí es suficiente —dije, saliendo de mi trance por verlo medio desnudo apenas logrando mirarlo a los ojos. Un suspiro levantó su pecho y negó con la cabeza.

—Déjame consentirte —pidió—, además, es casi nada —arqueé una ceja por su respuesta y alejándome del tocador donde había estado removiendo mi maquillaje y preparándome para dormir me acerqué a mi novio colocando mis manos sobre su cadera, porque simplemente necesitaba tocarlo de alguna manera

—¿Gracias?

—De nada, mi amor —depositó un casto beso contra mis labios y dejó sobre mis manos su regalo.

—¿Qué es? —se sentía como un libro, así que estaba intrigada.

—Ams, no te diré, velo tú misma, no guardé el secreto por tanto tiempo como para arruinarme tu reacción —sonreí por su declaración y fui a la cama para poder abrirlo cómodamente.

—¿Tú, guardando un secreto?, ¿cuánto tiempo exactamente?

—Y a ti —asintió siguiéndome a la cama, tomando asiento frente a mí—; quería decirte a cada segundo por casi tres largas semanas —dejé de quitar el moño adornando mi regalo para poder besarlo. Sus manos frías acariciaron mi nuca y suspiré embelesada cuando sonrió contra mi boca.

—No haré más larga la espera entonces —Max me ayudó a sentarme entre sus piernas y pude reanudar mi tarea de cargarme el bonito papel que envolvía no un libro, un álbum de fotos. El decorado simulaba una cámara fotográfica retro en morado que me hizo mirarlo y sonreír—; es perfecto

—Ábrelo —pidió besando mi mejilla, así que le hice caso y abrí el álbum encontrando su caligrafía en la primer página con una simple, pero perfecta nota: "nuestra historia, te amo". Cambié la página y encontré nuestra primer foto juntos, nuestra primer selfie juntos, mejor dicho, con la fecha, el lugar donde había sido tomada: Francia, y un "haciendo amigos" nuevamente en su letra, fungiendo como pie de página; me reí por la nota y me hundí aún más contra su pecho, era el mejor regalo que pudo haberme dado, incluso si no hubiéramos venido a Mónaco, porque pasando la página del álbum me encontré con más fotos en diferentes tamaños, algunas tenían notas en la parte inferior que me hicieron sonreír reafirmando lo detallista que era y que, Dios, lo amaba tanto.

RECOMPENSA | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora