Capítulo 4

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Amelia.

—La enfermera dijo que ha estado muy bien, tus llamadas la mantienen emocionada y siempre les habla a todos de lo que estás haciendo; no tienes de qué preocuparte, está muy bien cuidada —respondió Kari al otro lado de la línea telefónica; me sentí aliviada de escucharlo de ella, porque aunque había estado comprobando a Saura por teléfono tanto como podía, que mi amiga me lo confirmara se sentía más tranquilizador—, sólo envíame más fotos para imprimirlas para ella, comentó que le gustan más las fotos en papel, se las llevaré en mi siguiente visita y le tomaré fotos para ti —organizó.

—Sé que el cuidado es bueno, y la he escuchado con buen ánimo en las llamadas, pero aún así me sentía intranquila —confesé comprobando el reloj en mi muñeca cuando observé a Verstappen caminar en mi dirección, aún tenía un buen margen de tiempo libre así que esperaba no lo hubieran enviado a buscarme, era mi primer llamada con Kari en días, aún ni si quiera le había contado cuan grosero había sido el piloto; necesitaba mi tiempo de chicas, así que miré detrás de mí y a un par de metros observé a gente identificada con gafetes de prensa, esperaba que fueran ellos a quien Verstappen se dirigía—, que tú confirmes que está bien lo hace mucho más llevadero

—Cariño, tienes que dejar de preocuparte, sé que decirlo es mucho más sencillo que hacerlo, sobre todo cuando se trata de ti, pero no quiero que la intranquilidad se vuelva culpa, no hay razón, Saura está en perfectas manos y aunque todos te extrañamos, nos alegra inmensamente que estés cumpliendo metas y viviendo tu vida —respondió decidida, con las palabras llenas de consuelo que solo podía brindar una mejor amiga.

—Te extraño un montón —informé con Verstappen deteniéndose frente a mí.

—Y yo a ti, pero falta relativamente poco para vernos, ya tengo todo organizado —Hola —me saludó el piloto.

—¿Quién es ese? —cuestionó mi amiga cuando escuchó la voz ajena a nuestra conversación.

—Del trabajo —contesté levantando mi brazo a manera de saludo a Max, con la señal universal de "paz".

—Suena sexy —opinó Kari; él arqueó una ceja ante mi saludo.

—Sí, no, está bien, pero no —dije al teléfono.

—¿Te robo unos minutos?

—¿Tiene que ser ahora? —me quejé esperando que no, porque obviamente estaba ocupada, tenía mi teléfono pegado al oído y no estaba fingiendo estar en una llamada.

—¡Sí!, ve con el de la voz sexy, no te envíe allá para que rechaces hombres —demandó mi amiga—; oh, y espero estés usando la ropa que te obsequié —cerré los ojos negando ante el recuerdo de su regalo.

—Quiero que conozcas a alguien —informó Verstappen cuando mi mirada se encontró con la suya.

—Más hombres de acento atractivo, que envidia te tengo —inquirió Kari.

—Dame un segundo —pedí al piloto; asintió dándome privacidad de unos cuantos pasos—; tengo que irme —dije a Kari que rio en respuesta, casi podía ver la sonrisa que seguramente había en su rostro.

—Por supuesto; ten un espléndido día y cuídate —enfatizo—; ¿llevas el gas pimienta?

—Sí

—Perfecto, te quiero, ¡disfruta!

—Te quiero más, me pondré en contacto más tarde —avisé antes de finalizar la llamada. Suspiré guardando mi teléfono y dándome cuenta que tenía encima la mirada de Verstappen—. Estoy lista

RECOMPENSA | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora