Capítulo 37

1.5K 91 16
                                    

—Adiós —me despedí de Andrew antes de comenzar a caminar con mi amiga hasta el hospitality de Red Bull, cometiendo el acierto de mirar nuevamente a dónde Max, que me dió el valor que necesitaba para recuperar mi mierda y ponerme en marcha cuando observé que hablaba con una guapa y risueña morena.
Ya había pasado por esto, no lo quería repetir, había aprendido, me había ido por mi bien y dignidad, y aunque ahora coincidíamos en el mismo lugar, quería seguir manteniéndome lejos emocionalmente de él. Y borrarle a mi corazón el recuerdo de las flores que ahora se morían en Milton Keynes, porque eso más allá de confundirlo, le dolía.

—¿Cuánto tiempo pueden tardar con Sulayem? —curioseó Kari luego de dar un gran sorbo a su bebida de fresa con hielos frente a mí.

—No lo sé, depende del tema que estén tratando, o de su humor —respondí.

—Ya tardaron... y es un poco tarde —opinó—, debería respetar los horarios de comida de sus colaboradores, no están siempre a su disposición, o debería llevar un orden para sus reuniones, no creo que todo el mundo sea feliz de escucharlo siempre el tiempo que quiera, ¿en qué departamento está?, ¿es muy importante?

—Es el presidente de la FIA —informé conteniendo una pequeña sonrisa.

—Ah, oh, bueno... eso explica las cosas; ojalá sea un buen jefe

—Es... agradable

—Que bien; ¿no tienes sed? —señaló mi bebida que seguía intacta. Negué y suspiré—, ¿hambre? —sentía un hueco en el estómago que nada tenía que ver con comida, así que volví a negar.

—¿Tú? —Karine negó.

—¿Que tan bien lo estás llevando? —fue al grano.

—En mi mente estoy meciéndome en una esquina —acepté mirando sus ojos.

—Lamento que hayas tenido que verlo tan pronto

—Sabía que debía pasar —respondí más para convencerme a mí misma que porque de verdad lo creyera. Yo habría sido muy feliz sin cruzármelo un par de días más. O con algunas horas me conformaba, no era exigente.

—¿Quieres que regresemos al hotel?, igual podemos sorprender a Marlene allá —ofreció—; solo déjame avisarle a Caro para que no venga directo para acá

—No, no, está bien, estoy bien —mentí ganándome una seria mirada—; lo estaré —prometí—, no tiene caso que regresemos al hotel

—¿Qué?, ¿van a regresar a su hotel?, ¿justo ahora que se me cumple el deseo de finalmente conocerte? —la animada voz de Nate interrumpió nuestra conversación y dado que estaba de espaldas a dónde había mayor flujo de gente yendo y viniendo, no pude advertir su presencia que le hizo fruncir el ceño a Karine frente a mí.

—¿Te conoce? —me cuestionó Karine echándose hacia atrás en su asiento una vez que Nate se acercó a ella con la intención de besar su mejilla y ante el movimiento de mi amiga, el rubio optó por mejor extenderle el brazo para saludar.

—Debes ser Karine —insistió Nate profundizando el ceño en el rostro de mi amiga.

—Te presento a Nate Ross —hablé finalmente—; Nate, estás en lo correcto, ella es Karine —mi amiga se puso de pie y finalmente estrechó la mano del piloto, con firmeza, pero desconfianza en la mirada.

—Nick —recordó mi mejor amiga mirándome con una ceja arqueada, asentí ante su confusión y la escuché suspirar soltando la mano del piloto—; es grato conocerte Nate Ross, he escuchado de ti

—Cosas decentes, espero

—Tú sabrás, he escuchado solo un poco de cómo te comportas —una sonrisa se formó en la cara de Nate que me miró sonrojado.

RECOMPENSA | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora