Nuevos vecinos

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Siempre estuvo enamorada de él. Ahora lo entendía. Tardó unos años en percatarse de ello. El cariño y la amistad eclipsaron sus verdaderos sentimientos por mucho tiempo. Es comprensible dado que una niña educada en un ambiente frío y calculador no sabe mucho sobre el amor más que lo que vio en películas o leyó en libros. Pero cuando se dio cuenta de lo que de verdad sentía por él su mundo cambió. Quizás eso sea una exageración, el mundo seguía siendo igual pero ahora le daba un significado distinto. Su vecino, su mejor amigo ahora era el amor de su vida.

Tenían trece años cuando se dio cuenta que Samuel no era para ella un amigo más. Claro, era su mejor amigo y eso hacía que no fuera uno más pero se percató que le molestaba que otras niñas lo buscaran. Notó que quien desde los cuatro años era su vecino era un muchachito mucho más guapo que los demás (por lo menos para ella). A los trece años entendió porque le molestaba que Marina lo abrazara. Y aún más odiaba cuando las amigas de Nano venían a la casa y le daban besos y abrazos a Samuel porque era un niño muy mono según ellas y Nano capitalizaba la atención que recibía Samuel para que esas chicas le pusieran atención a él. Claro, esa siempre fue la estrategia para ligar de Nano. Llevaba a Carla y Samuel a una plaza con juegos o al parque porque según él nada atraía más a las mujeres que un hombre cariñoso y responsable con niños o mascotas. Y todas esas mujeres, ya sean novias, amigas o desconocidas a las que Nano les hablaba siempre señalaban lo mono que era Samuel y el idiota terminaba resultando aún más mono para ellas al sonrojarse y ponerse nervioso. Carla quería golpearlo entonces solo que ahora entendía por qué. Curiosamente ninguna de ellas señalaba que Carla era una niña preciosa. Y no es porque no lo fuera, de hecho siempre fue hermosa, sino que la cara de disgusto de Carla las intimidaba aun cuando fuera una simple niña.

-¿Por qué eres mala con esas chicas?-preguntaba un confundido Samuel de 8 años cuando Nano los traía de regreso del parque.

-Si Carla, por tu actitud casi me espantas a esas chicas-dijo Nano que con solo trece años ya era bastante determinado en lo que a mujeres se trataba.

-Cállate Nano. ¿Qué importa si les pongo mala cara?-decía la pequeña niña malhumorada-ya tienes a tu tonto hermano para ayudarte a atraer a esas niñas tontas.

Samuel la miraba confundido sin entender por qué esas chicas lo encuentran adorable a él pero al final les pasan su número de teléfono a Nano y aún más confundido porque eso le moleste a Carla. Samuel sospechaba que debía ser algo malo que él no entendía pero Carla sí. Una vez quiso preguntarles a sus padres porque era malo que Nano lo llevara al parque para conocer chicas pero Nano le hizo prometer que jamás les contaría a sus padres sobre eso. Samuel tardó algunos años en comprenderlo y cuando lo hizo le causó gracia pero jamás delató a su hermano

-Tienes razón Carlita-decía Nano de muy buen humor-sólo con Samu es suficiente para que las chicas me pongan atención- Abrazó a su hermanito menor-un día saldremos tú y yo a conquistar mujeres hermanito.

Esto fastidió a la pequeña Carla y apresuró el paso para alejarse de los hermanitos García Domínguez. Cinco años después comprendió que le molestaba mucho la idea que Samuel le resulte adorable o lindo para otras mujeres y que fuera con su hermano a conquistar mujeres. Además, el idiota de Samuel era un chico lindo que nunca notó que era lindo y eso a las mujeres parecía encantarles y a Carla la enfadaba.


Carla Rosón Caleruega de dieciséis años estaba apática de iniciar el penúltimo año de su educación en Las Encinas. Desayunaba con sus padres sintiéndose aburrida. Carla se aburría con sus padres. Siempre prefirió la compañía de los García Domínguez. Ellos tenían conversaciones más divertidas y siempre la hicieron sentir como una más de ellos. Desde los cuatro años que Carla era amiga de Samuel y la familia del chico se convirtió en la familia que ella eligió. Con ellos no había silencios incomodos y protocolos absurdos. Podían cenar sin conversar sobre negocios (algo que Carla aborrecía de sus padres). La cena de anoche fue especialmente divertida. Samuel contaba que Nano, quien ahora estaba en el tercer año de universidad en Barcelona, tenía una nueva novia y la familia comenzó a hacer apuestas sobre cuánto le duraría esta. Nano tenía muchas virtudes pero la fidelidad no era una de ellas.

Carla y Samuel: vecinos, amigos y amantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora