Capítulo 2

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Italia, Venecia, 22:00 pm.

-Fabio-

-Señor, sus hombres ya tienen al hombre que nos ha traicionado. - Dijo uno de mis hombres.

-Pues, tráiganmelo. - Dije con voz seca y cortante, arreglándome las muñequeras de mi traje. 

-Sí señor. - Se fue y me dejó solo en una habitación lujosa, pensando en cómo había sido tan idiota de haber confiado en un hombre que nos había traicionado tanto, dándole información a la familia que más odio en todo el mundo. 

Me senté en un sillón, bastante cómodo, a esperar a mis hombres y al traidor. Estoy cansado, ¿Hace cuánto que no he dormido? Hace como dos noches, dos malditas noches que, gracias a una fuente, me enteré de que tengo un puto traidor en nuestra familia. Vaya, ya me parezco a mi padre. Papá... Tengo que llamarlo alguna vez. A ver lo que está haciendo ese vejestorio de Ernesto.

Todo iba según lo planeado, hasta que de repente alguien me llamó.

-Diga. -  Dije cortante.

-¡¡Hermanito!! ¿Qué tal? Hace mucho tiempo que no nos vemos. Te echo de menos, cuando vas a venir a vernos. Mamá y papá te echan mucho de menos también. - Era mi hermana Cassandra, que como siempre, me estaba molestando en un momento clave de mi carrera como Mafioso.

Claro que, ni ella ni mi madre Ágata saben que, nuestra familia, es una de las más poderosas y peligrosas mafias de todo Italia. Mi madre cree que se casó con un empresario multimillonario de Italia, pero mi hermana Cassandra, es mucho más lista y creo que algo se olió la última vez que tuvimos una cena familiar la semana pasada, así que tengo que andar con pies de plomo con ella.  

-¡Cassandra! Estoy muy ocupado en este momento. Ya llamaré a mamá después. -Iba a colgar, pero ella me detuvo.

- ¿Y se puede saber con qué estas ocupado? Además, aún no me has dicho, por qué, cuando viniste a la cena familiar había una pistola en tu chaqueta. - Mierda, aún se acuerda de eso.

-Ya te lo he dicho. No tengo ni puta idea de cómo esa pistola llegó hasta mí. Ahora, estoy ocupado con asunto del trabajo, sí no quieres nada más, adiós. -

-Un momento Fabio, aún no he terminad...- Corte la llamada. Tengo cosas más importantes que aguantar a mi fastidiosa hermana pequeña.

Estaba mirando mi móvil, revisando que no hubiera un mensaje nuevo. Para mi sorpresa, mi novia Gina, no me había escrito nada. Tendré que llamarla, hace mucho tiempo que no se de ella.

Cuando terminé, decidí guardar el móvil en el bolsillo interior de mi traje. Mis hombres habían aparecido con el traidor de Carlo, atado de pies y manos con algunos moratones, que mis guardaespaldas tuvieron que darle, y con un labio partido. Estaba hecho unos zorros.

- En otras circunstancias, me darías pena, pero no estamos en otras circunstancias. - Me levanté y puse los ojos más fríos que pude. Él intentó mirarme, pero con ese ojo morado por la paliza que le dieron mis hombres, no pudo.

-Solo tengo una pregunta que hacer Carlo, ¿Por qué traicionaste a mi familia? - Dije moviéndome un poco para ver en qué sitio no le habían dado.

-Familia dices... Lo que tienes aquí montado no es una familia, es una cárcel, y prefiero mil veces un balazo antes de seguir escuchándote. - Terminó escupiendo en el suelo a modo de ofender a mi familia.

Me puse delante de él y saqué mi arma. La puse delante de Carlo para que supiera que esto iba enserio.

-Sabes que Carlo, te voy a eliminar de la faz de la Tierra. Como si nunca hubieras existido, pero antes, quiero saber por qué le diste información, sobre MI familia, a la familia De la Cruz. - Sí, Carlo le había pasado información sobre mi madre, Cassandra, de mí y, sobre todo, de mi padre Ernesto, a la maldita familia De la Cruz, me enfade tanto, no, no estaba enfadado, estaba asustado, porque sí madre se enterará le daría algo. Y claro, mi hermana igual.

- ¿Crees que te lo voy a decir? ¡Ni muerto! - Carlo me estaba tocando un poquito los cojones. Así que me senté de nuevo, cogí el vaso, que unos minutos atrás me habían servido unos camareros, y bebí. Por otro lado, mis hombres ya se empezaban a hartar y uno de ellos puso la mano en su pistola, a lo que yo me di cuenta.

-No Raffaele. Yo me encargo. - Le dije con la voz más seca y cortante que le podía decir. Él dejó el arma en su sitio y luego esperó. Entonces, cuando me iba a levantar, alguien llamó a la puerta. Raffaele la abrió y de allí salió un hombre que tenía que darme un mensaje. Cuando acabó, el hombre se fue dejando un gran silencio a su paso.

- ¿Qué? ¡Dime lo que pasa! . - Dijo Carlo exaltado por el hombre que vino hace un minuto. 

Yo no dije nada. Me arreglé otra vez las muñequeras, cogí de nuevo la pistola que la había puesto encima de la mesa, donde estaba mi bebida. Me puse enfrente de Carlo, apuntándole con la pistola y le disparé en la frente. Toda aquella habitación se llenó de sangre y de Carlo, solo quedaba un mísero cadáver más.

Yo me volví a sentar y bebí, de un trago, mi Whisky.

-Recógelo todo. Nuestra misión aquí ha terminado. - Dije

-Sí señor. - Mis hombres se llevaron el cadáver de Carlo a otro sitio, mientras yo me levanté del sillón y me fui directamente hacia la ventana mirando el río que pasaba por allí cerca.

Tan Solo Un RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora