Capítulo 6

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-Jade-

-Jade, Jade, despierta. Ya llegamos, mira. -

Unas manos me estaban zarandeando suavemente en mi asiento. Miré con unos ojos adormilados hacia donde ella había señalado.

-Guau- Dije sin pensar.

- ¿Verdad que sí? Venecia es precioso. - Me alegre mucho.

-Jajaja. -

Dejamos que el avión aterrice suavemente. Cogimos nuestras cosas y salimos por la puerta de embarque.

-Esto es grandísimo. - Dijo una Rose con unas gafas gigantes de sol.

- Bueno, no es tan grande. - Dije algo adormilada.

-Pero que mal te sentó la siesta en el avión. -

-Qué querías. Los asientos del avión, o mejor, de todos los aviones no están echos para dormir. - Tenía razón Rose, los asientos son un asco.

-Jajá. Vamos cascarrabias, que he visto nuestro autobús. - Mire hacia el autobús y, efectivamente, el autobús estaba llegando.

Fuimos hacia el bus. Tardamos como media hora en llegar, pasando por un río larguísimo, era precioso.

Cuando llegamos, había un edificio enorme frente a nosotros. Y muy lujoso también.

En la entrada, había un hombre que atendía a todos los huéspedes que salían y entraban al hotel.

- ¿Me puedes decir cuánto costó el hotel? - Estaba preocupada. Mi sueldo no da para nada de esto.

- Tú no te preocupes de nada, todo esto, lo paga mi ex cariño. - Dijo a modo de burla.

-Ya bueno, pero ¿ Victor tiene tanto dinero? Es que mira este sitio. -

-Y eso que más da. Además, quiso separe y lo hicimos, salvo por el pequeño detalle de que no firmamos acuerdo de bienes. Y él me debe una buena cantidad de dinero, así que no te preocupes y vamos a relajarnos en este pedazo de hotel. -

Suspire y me tranquilice. ¿A lo mejor tenía razón? Tal vez, estoy haciendo de esto un sin sentido.

-Bueno, si lo paga Victor...-

-Así me gusta. -

Entramos al hotel, que era mucho más precioso dentro. Las paredes del salón principal, estaban echas de madera de pino y en el suelo de mármol oscuro. En el techo, una gran lampara gigante y en el centro dos grandes columnas que en el medio estaba la recepción.

Fuimos hacia allí y nos atendió un muchacho de lo más joven a mi parecer. De unos veintitantos años, por lo menos. Era rubio, con los ojos marrones claros y con una gran sonrisa.

- Buenas tardes señoritas. Bienvenidas al Hotel De Los Dioses. -

- ¿Hotel de los Dioses? - Pregunte extrañada.

-Sí, el dueño de este hotel quería que lo llamásemos así. - Nos miramos extrañadas.

-Bueno, ¿Qué necesitáis? -

Tan Solo Un RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora