Prologo

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Viena 1997

-Ernesto-

- ¿Está todo listo? -

-Sí, señor. Ya está lista la pequeña sorpresa. Está esperando en el coche. -

-Bien. Puedes retirarte Manxon.-

-Señor-

-Espera. ¿Podrías traer al niño? Quiero que vea todo esto. -
-Como ordene señor-
Cinco minutos después, llegó Manxon con un niño pequeño en brazos. Al ver eso sonreí.
- Aquí está señor. - Dejó al niño en el suelo. -Está un poco adormilado, pero aquí está.-
-Eso ya lo veo Manxon, gracias. Ya puedes retirarte. -
-Señor, joven amo-Le dio una reverencia al niño y luego se fue.
-Papi, ¿Por qué estamos aquí? Quiero irme a casa. - Mi pobre niño se estaba rascando los ojos y el pelo.
-Estamos aquí para ver cómo trabaja papá. - Cogí al pobre niño y lo llevé a una pequeña caseta, donde mis hombres estaban aguardando hasta que yo les diera una orden.
-Escúchame atentamente. -El niño, que estaba un poco dormido, me escuchó atentamente. - Todo esto será tuyo algún día y quiero que estés preparado cuando eso pase. ¿Me has entendido? -
-Sí, papá. - Me dijo dándome un saludo de militar.
-Jajajaja. Bien. ¡Manxon! ¿Puedes llevarte a Fabio adonde están todos los hombres?
-Claro señor. - Baje a Fabio y se lo entregue a Manxon, que al parecer se sentía aliviado por tener al niño sano y salvo.
Media hora más tarde, todo se había quedado en silencio. No se escuchaba ni un alma. - Señor, han detectado el supuesto regalo que le ha hecho a la otra familia, y al parecer, todo ha salido excelente. -
-Genial. - Hice una pausa. - Por cierto, ¿Dónde está mi hijo? -
-Fabio está en el coche. Está dormido. - Al oír eso, me levanté de la silla, me arreglé las muñequeras de mi traje y fui hasta el coche, donde efectivamente, Fabio se había quedado dormido. Me apresuré a decir a Manxon que ya nos podíamos ir. Que nuestra misión ahí, estaba concluida.
Manxon les ordenó a mis hombres que recogieran todo y que se pusieran en marcha. -Hacia el aeropuerto. - Le dije a mi chofer, sacando unas gafas de sol a juego con mi traje. El chofer arrancó y varios coches, detrás de mí, nos siguieron, dónde estaría Manxon y mis hombres.
En eso, cogí la cabecita de Fabio y me lo puse en el regazo, haciendo que él se enfurruñaba un poco, pero después se calmó. - Vamos a casa, pequeño. Vamos a ver a mamá y a mi pequeña Cassandra.- Le dije mientras le acariciaba la cabeza.
-Vamos a ver a mamá...- Dijo en un susurro

Tan Solo Un RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora