Capítulo 23

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«• Desayuno •»

Hace una hora habían llegado de la cena, pensó que en el camino su hija se quedaría dormida porque fue las mas animada de los presentes, pero su energía parecía inagotable, hablo durante todo el camino al edificio residencial, incluso en el elevador y se resistía un poco en cruzar la puerta de su hogar y despedirse de Kong, y tal vez la serotonina, endorfina, dopamina y oxitocina, seguían trabajando en ella, la luz de su habitación sigue encendida, aunque hace media hora se fue a dormir.

Arthit tampoco tiene sueño, esa noche no quería molestar a Kong en primer lugar porque debe estar terriblemente cansado, estuvo todo el día muy ocupado, entrevistas, socios, la carrera, su familia y en segundo lugar y la razón más importante fue porque su mente sigue aterrada pensando en ese hombre, en su mirada, culpa a que ha pensado que cada persona de ojos verdes puede ser él, un pasado que su cerebro en deseo selectivo escondió muy bien en su mente, pero cada día que Zoé crece, se van fracturando los sellos de un pasado que intentado suplir por otro menos crudo.

Tentado por un cigarrillo nocturno juega con el encendedor mientras ese rollito de nicotina descansa en sus labios, dudoso levanta el encendedor en una mano y acuna la otra para evitar que el aire entre, pero su dedo pulgar se queda quieto en la rueda de encendido, retira el ese vicio relajante de su boca y lo regresa a su caja.

Toc, toc.

Suavemente llama a la puerta adornada con dibujos de tutus, el supone su hija sigue despierta pero posiblemente solo se quedo dormida con la luz encendida.

- Pasa mami. – la voz cantarina le hace saber que no la despertado. - ¿tampoco puedes dormir? – deja aun lado el libro que estaba leyendo.

- No... hay algo que quiero consultar contigo...

- Ven – Zoé hizo espacio en su cama, antes de entrar en la cama olfateo sus manos, aunque no prendió el cigarro y previamente se lavo las manos, no quiere que su hija lo familiarice con ese olor.

- Creo que esta cama cada día es más chica.

- Jajajaja yo creo esta como siempre.

- Ah es verdad eres tú quien está creciendo – observo el lugar decorado de la pasión de su hija, de unicornios, aun con mucha inocencia, sabe que algún día la decoración se convertirá en la de una mujer.

- ¿Pasa algo malo?

- No, no, solo recordé cuando dormíamos juntos porque te daba miedo la oscuridad.

- Aun me da un poco de miedo por eso duermo con las cortinas abiertas para que entre la luz de la luna y sé que si algún día me asusto mucho puedo ir a dormir contigo.

- Si.

Ambos se quedaron un rato en silencio viendo las estrellas brillantes pegadas en el techo, fueron las primeras decoraciones cuando se mudaron hace cuatro años.

- Zoé, ¿Qué opinas de que Kong duerma en nuestra casa algunas noches? – nervioso jugaba con sus manos.

- Me parece bien... - por dentro grito de emoción - la verdad es que hoy no quería se fuera a su casa, me gustan los fines de semana que vemos series y películas.

- A mí también.

- ¿Se quedará en el sofá cama o en tu habitación?

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