Capitulo 3: Calma

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Después del gran espectáculo, "la cosa" se marcho, nosé a dónde pero me quedaba la peor parte a mí... Ocultar al borracho panzón, o al menos lo que quedaba de él. Fui al cobertizo en busca de una pala, sin hacer ningún tipo de ruido, pero en el trayecto me topé con mi madre
_¡Hijo! ¡¿Estás bien?!
_tranquila mamá, ésta.. ésta no es mi sangre.
Ella sin decir ni una sola palabra, retrocedió y miró cómo si hubiese entendido lo qué pasó, sin emutarse entró a la casa. Ya con la pala en la mano pensé el lugar ideal, alejado de nuestra casa, pero dentro de nuestras tierras. Juro que pensé en dárselo a los cerdos, una vez escuché que ellos podrían desaparecer un cadáver, pero ¿Se imaginan que no lo terminen en un día, y mi familia se encuentre con esa escena grotesca? No, mejor evitemos esos dramas, y lo entierro dos metros bajo tierra. Y así fue, cabe un pozo profundo, metí al maldito monstruo, lo tapé y seguí con mi vida. Recuerdo la mañana siguiente, me desperté con el canto de las aves, con los rayitos de sol que se asomaban  tímidamente a mi ventana, todo era paz y armonía. Bajé a desayunar con mis hermanos y mi madre, ella estaba algo distante, supongo que es normal cuando pierdes a alguien, pero yo, ¡yo estaba feliz!
_¿Y papá? Preguntó mi hermano Tomás
Rápido de reflejos, le dije
_se fue con una puta
Él era conocido por ir al pueblo a dejar billetes en la ropa interior de alguna señorita. Después de eso, hubo silencio, hasta que se me ocurrió una grandiosa idea
_hoy después de los quehaceres, iremos al pueblo de paseo, ¿Quién se apunta?
Mis hermanos felices de la vida, ya que no salían casi de nuestras tierras.
Después de eso, las cosas fueron mejorando de a poco.

Iracundo: Historia de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora