2. Un enredo pasado por agua

199 22 0
                                    


Newt había bajado, como todos los días, al sótano de su casa en Londres, aún en bata y en pijama. Su asistente, la tímida pero valiente Bunty Broadacre, estaba ya allí, con ropa de trabajo; parecía que llevaba un rato grande. A ella no le extrañó verle con esas pintas, ya que era algo habitual.

- Buenos días, Bunty - la saludó el magizoologo, en medio de un bostezo que no pudo evitar. - Ah, lo siento... una mala noche.
- Buenos días, Newt - le saludó la chica, con una gran sonrisa, secándose las manos con un trapo. - El  kelpie vuelve a necesitar que le pongamos en ungüento otra vez...

Newt asintió, el kelpie que tenían en el acuario siempre se estaba haciendo daño; a veces pensaba que quizá debería liberarlo, pero nunca se decidía a hacerlo. Amaba demasiado a sus criaturas aunque a veces se sentía un poco egoísta por no dejarlas partir. Olvidando sus sentimientos contrarios, miró a Bunty, tratando de ver si tenía alguna mordedura en los dedos.

- Esta vez te he esperado antes de ponerle el ungüento - la joven pelirroja, sonrió sabiendo lo que le iba a decir. Newt asintió.
- De todos modos, ¿a qué hora has venido, Bunty? - Preguntó él, un poco contrariado. - Ni siquiera te he oído entrar.
- Muy temprano... - explicó, azorada y atribuladamente. - Perdona que te invadiera la casa antes incluso de qué pudieras desayunar, pero no tenía nada más que hacer y... y bueno... pensé que podría adelantar trabajo y...
- Ven a la hora que quieras, Bunty, ya sabes que no me importa - la cortó con amabilidad, para que viera que no estaba enfadado, únicamente un poco malhumorado. - Es que creo que te pasas demasiado tiempo trabajando.

- Sólo hago lo mismo que tú, Newt... también te pasas el día trabajando y te olvidas de vivir... - El magizoologo puso cara entre ofendida y de sorpresa por sus palabras; fue entonces cuando ella se dio cuenta de lo que había dicho.

Otro la habría despedido inmediatamente por lo que había dicho sin pensar; por todos los años que llevaban trabajando juntos ya eran amigos, pero Newt seguía siendo su jefe.

- Lo... lo siento, Newt... - balbuceó Bunty, agobiada. - No... no debí decir eso...

Justo entonces, tal vez intuyendo el incomodó momento en el que el joven le hubiera gustado gritarle pero no podía, Teddy se asomó desde uno de los bolsillos de la bata. Newt, ensimismado, no sé dio cuenta de que se estaba utilizando el cinturón para bajar hasta el suelo y tiraba del mismo disimuladamente.

- Ejems... debería ir a vestirme - dijo Newt, en voz baja, dándole la espalda.

No pudo llegar muy lejos, puesto que al escarbato se  había ocurrido atar un extremo del cinturón de la bata al tobillo de Bunty, sin que ninguno de ellos se dieran cuenta. El magizoologo tropezó, arrastrando a su asistente; al darse cuenta, llevado por un instinto de protección, se volvió en medio de la caída y la sujetó entre sus brazos, chocando contra los escalones, con ella encima.

- ¡Auh! - Se quejó Newt por el golpe que se había dado en la espalda. - ¡Bunty! ¿Estás bien? - Añadió preocupado por ella, olvidado su enfado.
- Sí, Newt... gracias... pero... ¿qué ha pasado? - Preguntó, confusa, sin entender porqué se habían caído así
- Creo que tenemos por aquí un pequeño granujilla que nos la ha liado - afirmó Newt, sentándose con dificultad en los escalones, sin soltarla. Estaba más pendiente del pequeño animalillo, que le miraba con expresión de total inocencia, y no se dio cuenta de que Bunty estaba virtualmente sentada en su regazo. Al menos, hasta que oyó una voz por encima de él.

- Vaya... parece que llegamos en un mal momento - dijo una voz femenina, burlona, alegre y acusadora, con cierto tinte arrogante. - O quizá en el momento preciso...

Newt reconoció la voz al instante; sin osar darse la vuelta, analizó la situación: sentado en los escalones, en pijama y bata, con su asistente, sonrojada, en el regazo. Su terror y nerviosismo aumentó a niveles exponenciales cuando escuchó a Bunty saludar.

1. Animales fantásticos: El magizoologo y la aurorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora