1. Animales fantásticos: El magizoologo y la auror

8. La primera vez

- Ah, Eulalie, querida - saludó una mujer entrada en años, que les interceptó justo al entrar en el edificio donde vivía Tina. - Veo que has vuelto con unas amigas...
- Oh, si, señora Expósito - contestó Lally, jovialmente. - La pobre Tina está muy sola desde que su hermana se casó... estás son Natalie y Thessa- presentó a sus dos acompañantes.

"Natalie" le dirigió una tímida sonrisa a la mujer, mientras que "Thessa", estaba sumida en un hosco silencio, y más cuando la buena señora le cogió una mano con una sonrisa de condolencia...

- Pobre chiquilla - le dijo, amablemente. - Debe ser una tragedia para ti no ser tan agraciada como el resto de tus amigas...
- Sí, señora Expósito - contestó "Natalie" por su amiga en tono que quería ser pesaroso, pero que no lo lograba del todo, porque se estaba aguantando la risa. - Además, para aumentar su desgracia, la pobrecilla tiene una voz demasiado varonil, por eso apenas habla.

La casera de Tina observó a "Thessa", consternada, mientras Lally, murmurando algo de que tenían un poco de prisa y que Tina las estaba esperando, mientras intentaba aguantarse la risa, empujó a sus acompañantes hacia arriba.
Theseus no sabía a quien matar primero, si a la buena mujer muggle por confundirle con una jovencita fea, a su hermano por aprovechar la situación para aumentar aún más su humillación o a Lally por meterle prisa; aunque había utilizado la transformación humana para reducir un poco sus dimensiones y poder caber en el vestido que la profesora le había prestado, ella, aduciendo que no podían perder el tiempo, no le permitió darse una apariencia un poco más femenina, por lo que parecía realmente un hombre delgado vestido de mujer. Por suerte la señora Expósito debía ser un poco corta de vista o bien no se esperaba una treta así... En el fondo, Theseus sabía que si había accedido sin apenas rechistar era para intentar ablandar a Lally, aunque no parecía estar consiguiéndolo en absoluto.

Cuando llegaron a la planta donde vivía Tina, Lally instó a Newt para que fuera él quien tocase a la puerta, el magizoologo lo hizo, un poco dubitativo. Por suerte, la Directora de la Oficina Aurores estadounidense no tardó en abrir la puerta, aunque parecía haberse ido a acostar; Tina se quedó algo extrañada al verles allí, pero cuando distinguió a la profesora en el exiguo descansillo de la escalera, lo entendió todo y no pudo evitar echarse a reír al reconocer a Newt y a Theseus disfrazados de mujer.

- Tina, por favor... dejanos entrar - le pidió Newt, tímidamente. - Tenemos que explicarte lo que pasó de verdad.

La joven suspiró; no podía evitar sentirse impresionada de valor y el poco sentido del ridículo que tenían los dos hermanos para presentarse en su casa vestidos de mujer y así esquivar la prohibición de que no entrasen hombres. No obstante suponía que la idea había sido de Lally.

- Está bien, pasad - accedió, haciéndose a un lado para permitirles la entrada.

Tal como la profesora le había prometido, en cuanto traspasó el umbral de la puerta y entró en el apartamento de Tina, la ilusión se deshizo y Newt recuperó su aspecto normal. En cambio, Theseus empezó a buscar su varita, ya que la transfiguración era uno de los pocos hechizos para los que era necesaria una varita, propia o de un amigo. Al ver como se ponía frenético al no encontrarla, Lally lo miró con cara de demonio malo.

- ¿Qué ocurre, señor Scamander? - Le preguntó la profesora, aguantándose la risa. - ¿No encuentra su varita? Es una pena... el gran Director de la Oficina de Aurores Británica, resulta que no sabe hacer un sencillo hechizo sin varita... - meneó la cabeza, fingiendo decepción.

Tina miró a su amiga, frunciendo el ceño, extrañada. Eulalie Hicks era la profesora más querida de Ilvermorny, conocida por su paciencia y por imponer pocos o ningún castigo a sus alumnos. Algo muy gordo debía haber pasado entre ellos en casa de Newt cuando ella se marchó; porque sino, no se explicaba tanta inquina.