Albus se quedó un momento paralizado ante aquello, lo cual no había imaginado ni en sus sueños más dulces.
- ¿Albus? - Preguntó Gellert, más preocupado por el shock que parecía haberle provocado que porque quizá le pudiera decir que no. - ¿Estás bien? Si crees que me he precipitado...
El búlgaro se puso en pie, un tanto alicaído.
- Lo siento, Albus... no es que haya sido totalmente impulsivo: de hecho, pretendía pedírtelo la otra noche - explicó dándole la espalda.
El profesor salió del shock por la sorpresiva proposición al darse cuenta de que Grindelwald lo había malinterpretado. Se levantó también y lo abrazó por la espalda.
- Moya lyubov - le susurró al oído con aquella facilidad para los idiomas que Gellert le envidiaba. - moya lyubov, me has sorprendido, eso es todo. Por las barbas de Merlín, es algo que llevaba esperando desde que nos conocimos y me enamoré de ti a primera vista. - Añadió, besándole suavemente en el cuello. - Debemos ser realistas, la sociedad mágica tolera a duras penas una relación como la nuestra, pero nunca aceptaría una boda; eso sin contar que quiero casarme con Gellert Grindelwald, no con Albert McShot.
Gellert se volvió hacia él y le puso un dedo sobre los labios para que callara.
- Mnogo mi skŭpi Albus... - dijo, sabiendo perfectamente que cuando le decía palabras de amor en búlgaro, le volvía loco - ya sé todo eso, como también sé que esto - señaló el Pacto de Sangre que ahora colgaba de su cuello para que Albus no tuviera que soportar preguntas incómodas - es como si hubiera sido nuestra boda.
Albus entrelazó sus dedos con los de él, como habían hecho tanto tiempo atrás.
- También sé que una boda entre nosotros deberá ser en secreto - continuó Gellert, sacando de un bolsillo un lazo dorado, como los que se utilizaban en las bodas mágicas. - Sólo tú y yo, y que, aunque aceptes el anillo de mi familia, no podrás llevarlo en público.
Por toda respuesta, el profesor lo acalló besándole con unos labios que, como de costumbre, sabían a limón. Mientras lo hacía, agarró su varita y, con una floritura, hizo levitar el lazo dorado hasta que rodeó las muñecas de sus manos entrelazadas y las unió con una lazada, como era costumbre en las bodas de los magos. No podrían desatarlo hasta la mañana siguiente, ya que la tradición decía que si se desataba o se rompía antes traería mala suerte a la pareja. Y lo ultimo que ellos necesitaban era más mala suerte.
Gellert, al sentir lo que su ya esposo acababa de hacer, lo besó con mucha más ferocidad, mientras deslizaba el anillo que antes le había ofrecido en su dedo.
La cena que Albus había preparado se convirtió en un improvisado banquete de bodas; una vez fueron capaces de separar sus labios de los labios del otro, decidieron terminar la cena, sentándose con cuidado de no romper el lazo que les unía. Se miraban con los ojos cargados de deseo, aunque el profesor hubiera sido aún más feliz si sus familias, las de los dos, hubieran estado allí , cosa que era consciente que era imposible.
- Se lo que piensas, Albus - dijo Gellert, mirándole a los ojos. - A mí también me gustaría poder celebrar nuestra boda junto a nuestras familias.
- ¿Me lees la mente, esposo mío? - Preguntó Albus, sonriendo.
- Pues... bueno... como soy uno de los mejores legeremantes de toda Europa - presumió el búlgaro con una sonrisa petulante. - Tal vez lo he hecho...
- También eres el más presumido de toda Europa - bromeó Albus, acariciando la mano que tenía unida a la suya.
- Si pudiéramos mostrarnos al mundo como somos - comentó Gellert, un tanto nostálgico, - tu hermano podría habernos acompañado y también nuestros padres, si no llevaran años muertos... y mi hermano... ¿lo recuerdas, Albus?
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1. Animales Fantásticos: Carrusel de emociones
FanfictionEn un principio pensaba escribir una historia sobre Albus y Gellert que implicara que Gellert se inflitrara en Hogwarts haciéndose pasar por un nuevo profesor para recuperar a Albus y captarlo para su causa y al final acabara por darse cuenta de que...