XXIII: Muerte (final I)

10 1 0
                                    

El general cumplió su palabra, luego de 2 días volví con una flota hacia La Patagonia, allí desembarcamos y habían varios locales, fui a uno donde había un teléfono.
_Buenos días señor ¿se puede usar el teléfono?_ dije.
_si, por supuesto, adelante, si necesita hacer más de una no hay ningún problema, también déjeme agradecerle_.
_No hay nada que agradecer y gracias a usted_ aunque no creo que matar a personas sea algo por lo cual ser agradecido.
Llame a Rosa desde la cabina, contestó su madre y me saludo disimuladamente, ya que le dije que era una sorpresa para ella.
Entonces hablo ella, mi todo, la única voz que necesitaba escuchar _¿Hola? ¿sucede algo Victor?_ Víctor es su compañero de universidad, lo que le digo su mamá.
_No sabes cuanto te extrañe amor mio_.
Ella rompió en lágrimas _Franco ¿estas bien? ¿Te ocurrio algo? ¿Vendrás?_.
Yo rei por la situación _obvio que voy, quedate tranquila que yo estoy bien, en unas 24 horas más o menos voy_.
_también te extrañe, ven a visitarme cuando llegues, podrías traer a tus amigos y comemos algo ¿te parece bien?_ me quede callado unos segundos  luego de eso _¿Amor?_.
_Voy yo ¿querés? Tengo muchísimas cosas que contarte_.
_Yo también, y si, como tu quieras, lo único que deseo es verte_.
De ahi hablamos un poco mas, y luego cortamos, para llamarle a mi madre y darle la noticia de que su hijo no está muerto. Volví en avión a Buenos Aires y me dieron comida a montones, con tal de que engordase, también me pidieron total silencio de lo que ocurrió, obedeci, solo contando lo más suave.
Toque la puerta de la casa de los padres de Rosa y justamente atendió ella, me abrazo tan fuerte que me sacó el aire, abrazo al cual correspondí con menos presión.
_mi amor..._ me dijo con lágrimas y con una sonrisa  _estoy embarazada_.
Me quede atónito y la vi a los ojos, donde también brotaban lágrimas de mi y tartamudie _¿De verdad?_ entonces ella asintió con su cabeza mostrándome las pruebas.
De ahí mi vida fue tan feliz... Solo me hubiera gustado que durase más.

Ahora saltamos, en el tiempo al año 85'.

Nos casamos, además de tener una hermosa y sana niña, a la cual bautizamos con el nombre de la abuela de Rosa "Sandra", a mi me pareció muy lindo y acepte, ademas, no me gustaba  reprocharle, no me pegaba ni me maltrataba, pero me miraba con esos ojitos de pena, tan bellos y preciosos...
Antes tenía pesadillas y cosas por lo ocurrido en la guerra, Rosa me ayudó a tomar terapia y me dieron medicación, luego de unos 8 meses pude salir adelante, todo gracias a ellas, pues Rosa y María, eran mi sentido de vivir.
Me meti en el mundo de la computacion, antes de conocer a Rosa ya habian, siempre me intereso pero estaba en el trabajo y me quitaba tiempo. Un dia sali bastante tarde de donde trabajaba, porque no podia sucionar unos problemas y habian ya bastastantes computadoras.
Iba llegando a casa y vi a policias, ademas de un gran camion de bomberos, baje rapido solo para descubrir que estaba todo destruido, solo quedaban pilares. Me sentía incapaz de hacer algo, me quedé estático al ver la escena, pronto, me sacaron de él lugar los policías.
Hicimos los documentos y me dieron todo de ella, en otras palabras, si, quede viudo, tambien cremaron a mi hija y a mi  esposa, pues no quedaba mucho de ellas.
Yo no lo asimilaba, ya no tenia nada, me sentía una cáscara vacia, llore obviamente pero no lo podía creer, perdí todo lo que tenía, ya no tenia sentido vivir, todas las noches de pesadillas volvieron, al menos las pocas veces que pude dormir, porque pasé semanas sin dormir bien, nadie sabía de esta situación, ni siquiera mis padres, estaba en una depresión tremenda.
Agarre mi carta y escribí mis ultimas palabras:

Les pido perdón por hacer esto, me siento realmente mal y no puedo seguir así, las pesadillas con Malvinas y no pudiendo dormir era exasperante.

Mi único deseos es ser plantado bajo este árbol, junto con mi esposa y mi hija, mis dos únicas personas importantes en este último tiempo, les doy todo lo material a mis padres, en cuanto al dinero, les pido que lo donen a un orfanato.

Con muchísimo dolor en mi corazón.

Franco Hernández.

Así que agarre una pala y fui a una colina donde habíamos plantado un árbol con Rosa, días después de el nacimiento de María.
Ate una cuerda hacia una rama, la más firme que había, enterré lo más cerca del árbol a las cajitas de madera, donde estaban ellas y luego me acerque a la cuerda, cuando metí mi cabeza, pensé y pensé todo lo que había pasado, sin pensarlo demasiado, me tire.
En mis últimos segundos de vida, como la mayoría dirían, vi flashes de toda mi vida, mi infancia, mis salidas con amigos, todo el daño psicológico y físico que sufri en la guerra, además de mis últimos años de felicidad, no me arrepentí en ningún momento, puesto que como dije antes, ya no me quedaba nada.
Entonces, aquí estamos de nuevo, lector, te saludo desde el limbo, donde me encuentro ahora, espero alguien pueda escuchar esto.

Desde aquí te saluda, tu fiel escritor, Franco.


FrancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora