Capítulo 1.

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Estabamos todos juntos en el salón de mi casa: K.O., Pepo, William y yo, Lappis.

No sabíamos qué hacer y estabamos tan aburridos que empezamos a contar cuantas semillas tenía la sandía partida en frente de nosotros. ¿Qué hacía una sandía partida en frente de nosotros? Bueno, pues como dije antes nos aburríamos y queríamos intentar ponerle gomas elásticas alrededor de ella para ver si explotaba... sí, sí explotó. Moló verla explotar pero ya, ya está partida y ya no sabemos qué más hacer así que a contar las semillas que quedan en la fruta.

23, 24, 25, 26...

Tiene muchas semillas una sandía, ¿no creéis?

—Lappis, ¿por qué vinimos a tu casa? —preguntó K.O, mi mejor amiga, rompiendo el silencio entre nosotros. Ya habían pasado como veinte minutos sin ningún tipo de interacción.

—Bueno, es que me llamasteis y me dijisteis que os aburríais y que queríais estar en mi casa.—respondí mirándola.

—Ah, es verdad. Je, se me había olvidado.

Volteé a mirar de nuevo la sandía... que triste, está partida. Si me pongo triste solo con pensar en una sandía aplastada no quiero imaginarme qué están pasando los pobres niños en la capital. Han estado en guerra con la ciudad vecina, Seli, desde hace ya años. Que tristeza.

Pero que desperdicio de tiempo. Vivimos en la civilización más avanzada de este universo y no teníamos ni idea de lo que hacer.

Teníamos naves, reliquias tecnológicas fabulosas pero al mismo tiempo, nada.

—Oíd, chicos. Deberíamos hacer algo más productivo. Contar semillas en una sandía no es muy entretenido. Tenemos que aprovechar. ¿Recordáis la nave de la que os hablaba? —Pepo habló.

—¿La de tu padre? —William prgeuntó.

—Sí, esa misma. Me dijo que la podríamos usar después de mi decimotercer mi cumpleaños... pero aún quedan como tres meses. —dijo Pepo un poco decepcionado.

—Eh, bueno chicos, no pasa nada. Así tendremos tiempo suficiente como para planear a dónde queremos ir. Hay muchos universos paralelos a los que podemos ir. —dije.

—Bueno, tienes razón. Y dependiendo del universo al que queremos ir hay que llevar el  equipamento adecuado. —intervino K.O.

—Entonces, dentro de tres meses por fin podremos viajar a la Tierra, ¿no? —preguntó Pepo entusiasmado.

—Si quieres. —Encogí los hombros—. Será interesante ver la Tierra. Es el único planeta en donde hay vida en nuestro universo. Bueno, aparte de Marte, ahí aún viven los de Orlen, una especie de elfos muy raros sin duda.

—Pero, Lappis, si tú misma eres un elfo. —Pepo comentó mirándole confundido.

—Sí, pero mi raza no es igual a los Orlenses. Soy mitad elfa marina y mitad humana. Pepo, tío, que nos conocemos desde que somos uno niñitos. —dije.

—Ay, ya, perdón. Ya sabes que se me olvida todo muy a menudo.

—Lo que sea, pero entonces vamos a ir a la Tierra dentro de tres meses, ¿o no? —interrumpió William.

—Yo aún no quiero. El otro día vi en el periódico que hay un universo donde solo hay un castillo pero las puertas principales no se pueden abrir. —dijo K.O mirándonos a todos.

—Pero, ¿para qué quieres ir ahí entonces? Si solo hay un castillo y ni las puertas se abren, ¿de qué sirve? —pregunté.

—A ver, mujer, no me has dejado acabar. El periódico también decía que las puertas se empezaban a mover solo con el tacto de dos de los científicos que estaban allí. Así que lo que significa que solo algunos serán capaces de poder abrir el castillo y descubrir qué hay en el interior. Solo los elegidos podrán abrirlo, entonces, yo propongo que nosotros vayamos a ver si podemos y así seremos reconocidos por todo el país. ¡Seremos los mejores, seremos los elegidos! —K.O. exclamó levantándose del suelo, sus ojos brillando de determinación.

Pepe Party - El Juego De Las Puertas [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora