Ahora sí que sí.

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Eran las nueve de la mañana y me preparé para ir al viaje.

Dejé a K.O quedarse en mi casa porque tardaría mucho en llegar, y despertarse a las ocho de la mañana un domingo no es lo mejor del mundo.

Las dos nos levantamos, desayunamos, nos preparamos, cogimos las cosas que necesitábamos y salimos.

Fuimos andando, nos sobraría tiempo si íbamos en coche.

Cuando llegamos, nos encontramos a William, apoyado en un árbol, durmiendo. Le intentamos despertar pero no se despertó. Así le grité a la oreja para que reaccionara.

—¡AAAH! ¿Qué? Jo, Lapis, no me des esos sustos. —Dijo mirándome mal.

— Jejeje, perdón. Es que no te levantabas.

Estuvimos cinco minutos más esperando a Pepo. Por suerte, llegó.

Le preguntamos dónde estaba la nave y empezó a sonreír.

— Pues, justo ahí. — Dijo señalando detrás de su espalda.

Los tres nos movimos donde señalaba y vimos la nave en un gran estado, reluciente y limpio sin daños.

Los tres nos quedamos mirando la nave estupefactos y boquiabiertos.

Nos encantó y sin pensarlo los tres subimos de golpe.

—¡Ey! ¡Chicos! ¡Cuidado! Está nuevo y hay que tener cuidado para no estropearlo. —Dijo Pepo mientras se subía a la nave.

— Ya lo sabemos. Bueno, ¿arrancas ya? Si quieres lo hago yo, no tengo ningún problema. — Dije en un intento para que me lo permitiera.

— No. Lo voy a hacer yo.

— Jo. — Refunfuñé.

Pepo arrancó y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el espacio.

Nos quedamos mirando por las ventanas mientras Pepo conducía.

La nave sí que era rápida. 

Noté que no ya no estábamos en nuestra galaxia. Las posiciones de las estrellas, los planetas y los metérox no estaban en la posición que deberían de estar, pero para estar segura se lo pregunté.

— Oye, Pepo. Ya estamos en otro universo, ¿verdad? Me parece que han cambiado varias cosas.

— Eres muy observadora, Lapis. Sí, estamos en otro universo. Tú sí que prestabas atención en clase y cuando íbamos de excursión al espacio.

— Es que Lapis es Lapis. Yo ni siquiera me había dado cuenta. — Comentó K.O.

— Sí, yo tampoco me había dado cuenta.— Dijo William.

Pepo decidió ir más lento para que pudiéramos apreciar el escenario. Estaba negro pero las estrellas mayoritariamente eran rojas o azules, los planetas — Pepo nos dijo— todos eran gaseosos, menos al que íbamos ir.

Aterrizamos y lo primero que vimos fue el suelo de un tono carmesí oscuro y el cielo azul marino. Caminamos unos metros desde la nave y descubrimos el templo con esas puertas con retos.

— Bueno. ¿Estáis listos para entrar? — Dije asombrada por el templo.

— Sí. — Respondió K.O.

— ¡Pues claro! — Dijo Pepo.

— ¡Callaos y entremos! — Gritó William cansado de esperar.

Intenté abrir la puerta yo sola, pero no pude. Llamé a los chicos y empezamos a empujar la puerta juntos. Después de algunos segundos, la puerta empezó a abrirse, así que hicimos más fuerza.

Lo conseguimos.

Cuando entramos nos quedamos alucinados.

Estaba muy colorido y el pasillo era ENORME.

Sin pensarlo hice una foto.

Aquí está. ⬇

Será un bonito recuerdo

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Será un bonito recuerdo.

Se me olvidó contar que cuando entramos se encendieron dos llamas de fuego flotantes al lado de las dos primeras puertas. Fue épico. Parecía un lugar bastante antiguo y algunos colores se mezclaban con otros.

Seguimos caminando mientras más llamas se encendían. Llegamos al final del pasillo y había otra puerta, (era una puerta realmente pequeña, nos costó pasar por ella.) en total siete en esa sala. La intentamos abrir pero no pudimos. Después Pepo dijo que tendríamos que abrir todas las demás puertas para abrir la última. Así que volvimos al principio y miramos las placas moradas de la puertas. Ponían los números de las puertas y por una extraña razón el nombre de cada uno, en alguna de ellas. Por ejemplo, en una ponía uno arriba y abajo del número: Lapislázuli y William.

En la primera ponía Pepo y Lapislázuli. Deducimos que el nombre indicaba quien abriría la puerta o quienes. Así que Pepo y yo empujamos la puerta hacia dentro y de la nada estábamos, los cuatro, en otro lugar.

— ¿Qué? ¿Donde? Eh... Pepo, ¿por qué tienes la cabeza cuadrada? — Pregunté.

— ¿Yo? Tú también la tienes. ¡Y Naruto y K.O!

— ¡Es verdad! Creo que estamos en Maicraft. — Dijo K.O sonriendo.

— ¡Cómo mola! — Respondió William.

El mundo estaba repleto de árboles y flores.

— ¿Maicraft? Pues, la verdad, sí se parece al juego. — Dije.

— No parece al juego. ES en el juego. — Dijo Pepo.

— Bueno... sí, sí estamos en el juego. Os veis demasiado raros. — Dije.

— Y tú también, no te digo. — Dijo William.

— Ok, ok. Solo decía. — Dije para calmarlo. — Mirad, todo muy bonito y eso pero quiero ver lo que hay en las otras puertas.

Me giré para ver la puerta y...no estaba. Simplemente, había desaparecido.

— Chicos, la puerta ya no está.

—Oh. ¿Qué? Bueno... no os preocupéis, seguramente aparezca de nuevo. — Dijo Pepo.

— Pero, ¿cuándo? — Pregunté.

— Oh. No lo sé.

— Rayos... — Dije decepcionada.

— Creo que... hay que pasarnos el juego. Por eso se ha ido la puerta. Probablemente hay que derrotar al dragón en el Fin y aparecerá la puerta. — Dijo William.

— Eso... puede funcionar. Ya que estamos aquí y veo que es la única cosa que podemos probar, podemos intentarlo, no hay nada que perder.— Dije.

— Creo que tenéis razón. Podemos intentarlo. — Dijo Pepo.

— ¡Sí! Bueno, pues empecemos a trabajar. Creo que no hay tiempo así que podremos empezar cuando queramos. — Dijo K.O.

— Sí, pero es mejor empezar lo antes posible para salir que aquí. Así que vamos. — Respondí.

Y con eso pensado empezamos a trabajar.

Pepe Party - El Juego De Las Puertas [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora