Una decisión.

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Pepo me miró por unos instantes y me dio la espalda mientras se iba andando.

Me había ignorado por completo.

Le paré sosteniéndole del hombro.

— Pepo, es importante. Lo siento. Sabes que no quería.

No respondió pero si se volteó para verme la cara.

Se me notaban las ojeras por estar pensando demasiado del tema estos días, o estas noches.

— Sigo sin entender, Lapis. No tenías derecho a gritarme. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

— Es por eso que quiero hablar contigo, a ti no te lo dije. Solo lo sabe K.O. Además, lo siento, perdóname, si pudiera controlarla, no hubiera pasado. — Dije lo último mirando al suelo y tapándome las orejas, estaba escuchando risas de nuevo.

Pepo me miró preocupado y me dijo que le contara del tema.

Claro que acepté y le relaté todo sobre el collar.

—Entonces, tienes un demonio en el collar que se llama Wendy y puede controlar tu cuerpo cuando sufres emociones fuertes o tus guardias están bajas emocionalmente, ¿no?

— Eso es como un resumen, así que sí.

— Esas miradas fijas a la nada, las veces que te tapabas lo oídos aunque no hubiera ruido, los cambios de estado repentinos, eso lo explica todo. Lapis, habérmelo dicho más antes, somos amigos.

— Lo sé, Pepo, pero no encontraba el momento y me fui acostumbrando que pensé que no tendría que contártelo. Aunque ahora que lo pienso, suena estúpido no habértelo dicho antes. Lo siento, de nuevo, no quería gritarte ni tampoco hacerte sufrir, perdón. Incluso daré problemas estando muerta porque alguien más tendrá el collar, perdón, lo siento.

— Oh, Lapis, no pasa nada. Tú no eres así porque sí, es solo una maldición, no tienes que culparte. Olvídalo, todo está bien. Por lo menos, sabré por qué estarás de mal humor de repente.

— Eh, sí. Jeje, gracias Pepo por comprenderme. — Le dije con una pequeña sonrisa mientras miraba el suelo.

—Ay, qué bonito. Bueno, ¿ahora que hacemos chicos? — Interfirió K.O posando sus brazo por nuestros hombros.

— ¿K.O? ¿Has estado escuchando todo? ¿No te has aburrido? Tú ya lo sabes todo. — Dije mirándola confusa.

— Sí, pero tenía que recordarlo de nuevo. Fue entretenido. En fin, todo se ha arreglado y podemos olvidarnos del problema. Por cierto, William también sabe sobre el tema, él también os escuchó conmigo, pero ya se fue. ¿Vamos a la cafetería de Cáramell? Está cerca de aquí.

— Ah, eh, jajaja. Vale, vamos ahí. Me apeteció un té de frutos del bosque. — Respondí.

— Yo quiero un té de burbujas. — Comentó Pepo.

— Yo pediré un chocolate caliente.

Y así estuvimos hablando sobre nuestras cosas mientras caminábamos hacia el local.

Llegamos y pedimos lo que quisimos. Empezamos a hablar sobre lo de las dimensiones y definitivamente decidimos el de las puertas. Incluso confirmamos la fecha y se lo contamos a William por videollamada, por suerte, lo aceptó.

Mañana, domingo, a las diez de la mañana nos encontraríamos en el bosque principal y viajaríamos a la dimensión.

Pepo llamó a su padre para decírselo y así poder ir. Yo ya tenía las armas que necesitábamos y K.O se haría cargo de la comida. William dijo que traería vendas, tiritas y todas esas cosas para curarnos por si nos hacíamos daño.

Estuvimos hablando y riendo hasta las tres de la tarde en la cafetería, también invitamos a Cáramell a que descansara con nosotros, estaba trabajando mucho y le insistimos en que su padre se podría ocupar. Incluso su padre le animó a que descansara y eso hizo, nos pasamos un buen rato hablando hasta que decidió volver al trabajo, había mucha gente y lo comprendía, después de un gran partido la gente necesita celebrarlo.

Me relajé mucho por saber que Pepo me perdonó y porque Wendy ya no podría reírse de mi desgracia.

Esa noche podría dormir plácidamente.

Sin risas, sin susurros, sin malos consejos y sin cuchicheos.

Por fin un poco de paz.

Pepe Party - El Juego De Las Puertas [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora