Quince: Mal Presagio

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C A P Í T U L O  Q U I N C E

La llegada de la reina Ceilen lo cambió todo en el Castillo. Se pasea por los pasillos como si fueran suyos, con un séquito de doncellas acompañándolas. Entre ellas, Ray.

Solo sonríe ante la familia real y habla con los demás únicamente para dar órdenes. Ni siquiera Pryanka que es un icono de la elegancia y el lujo pudo llamar su atención.
También, poco y nada veo a Dorian, no es que quiera verlo, pero sí que el se la pasa cortejándola. La lleva al jardín, al estanque, a la biblioteca y etc.

Vadelle y Valerie me lo cuentan, como sí me importara. Lo peor, Corey se ha unido a ellas como un hermano mayor. Se la pasan los tres juntos recorriendo cada pasillo del castillo, y acumulando chismes.

—Hubieras visto cómo esa pelirroja se apoyaba en Dorian —los tres me persiguen, mientras intento huír de ellos.

—Para ser una reina no tiene ni un poquito de pudor —continúa Vadelle. Ruedo los ojos, caminando más rapido.

No importa, aumentan el paso.

—A mí me agrada y sí va ser la esposa de nuestro Rey, es obvio que debe de seducirlo —se opone Valerie, con indignación.

Me detengo abruptamente y volteo a mirarlos, cansada. Ellos se detienen en fila y me miran casi asustados.

—¿Cuantas veces tengo que decirles que no me importa? —resoplo agotada de repetirlo. No me interesa sí la reina se acuesta con Dorian o con el vecino de al lado. Debo ir a él valle de los druidas a entrenar mis poderes, no tengo tiempo para estupideces.

—Lo sentimos —Vadelle se esconde detrás de Corey, hablando bajito. —Sólo queríamos comunicarlo.

Los tres asienten, inocentemente. Vuelvo a resoplar, calmando mí enojo.

—Corey —lo miro, al ser el mayor entre ellas— Ya eres bastante mayorcito para ésto, basta de chismes y ayúdame con éstas mini demonios.

Vadelle se sonroja.

—¡Ya somos grandes!

—¿Grande? Yo a tu edad estaba leyendo el cuento de los tres cerditos.

—¡Objeción! —Corey levanta la mano— A su edad Davina se escapaba de Shellymoore con Dorian.

—¡Mentiroso! —voy a por el y se cubre con sus manos, las demás se ríen.

—¡Sí que es verdad!

Sí, lo es. Pero ellas no tienen por qué saberlo.

—Miren, trío del mal. Vayan a hacer sus maldades y déjenme en paz.

Los amenazo con el libro que traigo en mano, el cual estaba a punto de devolver a la biblioteca.

—Davina dijo que podíamos hacer maldades, ¿Lo oyeron? —Valerie sonríe malvadamente y yo la miro incrédula.

—¡Yo no... ! —ya es tarde, ya se han marchado.

Resoplo y vuelvo a seguir mí camino. Sólo iré a la biblioteca y luego saldré. Keon y Dez me esperan en el valle de los druidas.

Luego de estar recorriendo un pequeño rato, logro llegar al lugar. Un enorme salón que está repleto de metros y metros de estanterías de libros. Justo en medio hay un sillón muy lujoso con una mesa enfrente. Mí cuerpo se detiene cuando veo una figura sentada en el sillón. Es Dorian.

Yace en calma, con el ceño fruncido y con un enorme mapa sobre la mesa. Tiene un par de libros abiertos junto a él y hay fichas sobre el mapa. Estrategias.

DORIAN Y EL REINADO OSCURO | IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora