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La enorme casa en la que se encuentra no llena el vacío que tiene en su interior, no importa el lugar, siempre termina vagando entre los recuerdos que Mariana ha dejado tatuado en cada rincón de su mente

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La enorme casa en la que se encuentra no llena el vacío que tiene en su interior, no importa el lugar, siempre termina vagando entre los recuerdos que Mariana ha dejado tatuado en cada rincón de su mente.

Frente al televisor, el rostro de Cecilia (Keira Knightley) se muestra lloroso y desesperado al intentar explicarle a Robbie (James McAvoy) el motivo de su comportamiento; mientras Alan sostiene entre sus manos el libro de Ian McEwan. Antes, incluso, de que los protagonistas estallen en besos y el épico momento en que Cecilia confiesa su amor por Robbie, Alan está pensando en el aciago destino de ambos, el significado de aquellas palabras tan efímeras y ridículas que conlleva la responsabilidad de dividir tu mente y corazón por otra persona.

 Antes, incluso, de que los protagonistas estallen en besos y el épico momento en que Cecilia confiesa su amor por Robbie, Alan está pensando en el aciago destino de ambos, el significado de aquellas palabras tan efímeras y ridículas que conlleva ...

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Esos son los amores que se vuelven eternos, había dicho Mariana la primera vez que le mostró la película. Amores que en la mente perduran por la intensidad de la primera vez y la eterna promesa de un reencuentro que jamás sucedió. Después de escucharla, Alan río incapaz de imaginarse amarla si en algún momento ella desapareciera. Sin embargo, Mariana besó sus labios, lo miró con ternura para doblegar su lado rudo y atraer la parte romántica de Alan. Yo esperaría por ti, fueron palabras suficientes para que él le diera la promesa de siempre buscarla.

Ella, para Alan, era la prueba irrefutable de que el amor perdura a través del abandono y la mentira; porque se propondría a jamás regresar a su lado, pero no estaba seguro si en algún momento el sentimiento de amarla lo abandonaría.

Al igual que Cecilia y Robbie tuvieron un final inventado, él haría lo mismo con Mariana para perdonarla, pues en la soledad de su dormitorio extraña el delicado tacto de su piel, la amabilidad en sus palabras y la sensación abrumadora de poseerla.

Alan escucha su respiración, cierra los ojos y entre susurros pronuncia su nombre, cada letra le penetra el alma. Suspira para llenarse de ella, cada poro de su piel la exige, se sumerge en un estado anímico al aceptar que se fue.

Abre los ojos, el ruido del televisor ha desaparecido y sustituido por el de autos transitando por la calle.

—Lucía —pronuncia con susto.

En tu lugar [TERMINADO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora