1. Voces.

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Sofía:

—Deberías de cambiar de bolso niñata — canturreó la maldita.

—No solo el bolso, todo su ser, es un estorbo — le siguió otra chica.

—Es una plaga — siguió otra.

Mi paciencia estaba llegando a su fin, tenía que soportarlas todos los días en el bus escolar, en clases y en el vecindario.

Una de ellas lanzaron mi mochila al suelo, y otra saltó sobre el dejando pisadas sucias sobre el mismo. Algún día tenían que pagar todo lo que me hacen.

Me encantaría hacerles tragar tierra.

No eso es poco...

Tierra llena de gusanos...

Pero esos deseos solo vivían en mi cabeza, porque no me atrevía hacerlo, cada vez que me agreden solo me callo, estoy harta de notificar a los profesores que ninguno me crea, solo porque ellas son niñas ricas e invierten su socio dinero aquí.

Una de las mal nacidas me lanzó al suelo de un tirón, el ruido que ocasionó el impacto llamó la atención de algunos estudiantes que pasaban por el pasillo pero al ver quien era mi agresora su miedo los hizo huir.

Nadie podía salvarme.

¿Debía correr?

¿Debía hacer algo?

El timbre que anunciaba la entrada de clases fué mi salvación ellas después de insultarme un poco más se marcharon y todos entraban a sus clases normales. Mientras yo iba al baño a limpiar el desastre que habían dejado. Al llegar y observarme en el reflejo de este, me decepcioné, no tanto de la gente, sino de mi misma. ¿Cómo permitía esto? ¿Desde cuándo me volví tan sumisa?. Mis ojos enrojecieron pero no soltaron ni una lagrima creo que ya se habían acabado de tanto que lloraba. Mis cabello estaba despeinado, mi uniforme sucio y mi rostro reflejaba una cosa... Vacío, tristeza, dolor, humillación, todo un torbellino de sentimientos encontrados. Toda mi vida he soportado esto, pensando que algún día pararía y no fué así estoy en último año de preparatoria y ansiaba ser normal, tener amigos, un chico, salir, vivir experiencias adolescentes, pero no, eso al parecer no era para mi, el destino se encargaba de demostrármelo cada maldito día de mi perra existencia.

Después de "arreglar" mi desastre decidí entrar a la segunda hora, no tenía ánimos de que me regañara la profesora de historia por llegar "tarde" gracias a las zorras de mis compañeras.

Salí al patio de la institución que consistía en un espacio amplio con césped y a lo lejos unos columpios, fuí a sentarme ahí, lo más lejano de la gente.

Ya sentada mientras me mecía imaginaba mi vida si fuera de otra manera... Soñaba con salir de compras, conocer a un chico malo, que me rompan el corazón y ver películas deprimentes con mis amigas, luego conocer al amor verdadero y casarme...

Un fuerte ruido me hizo volver a la realidad, miré a mi alrededor y se trataba de un chico alto, delgado, castaño con lentes y unos hermosos ojos azules, este había caído al suelo por culpa de unos chicos que lo habían empujado y ahora se reían de su situación.

— Imbécil —.

Insultó uno de ellos, el chico apenado se ajustó los lentes y se paró de inmediato.

—Idiotas, salgan ahora mismo de aquí —. Con voz fuerte les hablé, ellos soltaron una risa.

—¿o sino qué niñata?

Niñata, ya estaba cansada de esa maldita palabra, acaso no habían miles más?

—créeme lo lamentarás — todos fingieron sorpresa, yo estaba preparando mi spray pimienta cuando el timbre sonó de nuevo, todos se separaron debido a unos profesores que se acercaban.

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