Sofía:
Toda la maldita mañana me ha dolido la cabeza debido a un sueño extraño donde ví a Carlos apuñalando a si agresor, luego caminábamos por las calles como si ya nos conociéramos en realidad lo he visto en la escuela pero es el popular así que no le he hablado, el jamás hablaría con una chica nerd como yo, en fin trataré de olvidar esa pesadilla. Salí de mi departamento en camino a la escuela que queda a unas cuantas calles, la mañana es soleada, los pájaros cantan alegres, el día era perfecto para un día de campo, la escuela desde hace semanas había organizado un día en el campo con toda la plaga de la escuela, de esta manera recordaban dinero, necesitábamos el permiso de nuestros padres, yo no tengo padres murieron cuando solo tenía nueve años en un accidente de tránsito, tampoco tengo más familia que mi vecina que es mi representante legal, era muy amiga de mis padres y ella me cuidó desde entonces.
Estaba a unos pocos metros de la entrada de la escuela suspiré resignada, acostumbrada a mi destino, la vida se ha encargado de mostrarme que soy un estorbo y no tengo oportunidad de ser feliz, si existe otra vida después de la muerte seguro sería más feliz allá.
Al entrar divisé a las chicas, a la rubia ojiazul; Samanta, a la morena; Cristina y a la castaña; Luna. Ellas eran las tres chicas más populares, se ganaron su puesto ocasionando miedo a todas las chicas con sus bromas pesadas, algún día estarán en mi lugar, serán las agredidas. Todos los días imaginaba a una chica enseñandola a respetar, claro esa no era yo, porque era una maldita cobarde que en este instante corría a esconderse porque ellas se acercaban.
Muy tarde ya te vieron.
Puedo jurar que me vieron pero al parecer no, o quizás decidieron ignorarme, solo pasaron por mi lado mientras Samanta hablaba.
— ¿Pueden creerlo? Amanecí con mi ventana abierta y en el suelo —. Dijo con voz chillona la rubia.
No le presté mucha atención a su comentario y salí como pude debajo de la mesa que me cubría, era una de bocadillos para los estudiantes. Comí uno y corrí a mi salón.
El engreído anónimo ya estaba en el salón sentado al lado de mi puesto, todavía no sabía su nombre porque me importa un comino, cuando la profesora lo dijo en clase yo estaba pensando en como sería tirarme por la ventana del tercer piso de la escuela.
Me senté en mi puesto incómoda ante el silencio, los demás alumnos aún no llegaban y la tensión se podía cortar con una tijera.
Tenía que hablar, aunque sea para insultarlo.
Estaba a punto de hablar cuando el engreído me miró amenazante, mientras de su bolso sacaba su desayuno que era pan con jamón y vegetales.
— Ni una sola palabra, solo escucharte vomitaría mi comida.
¿Pero qué se cree este imbécil?
— ¿Quién eres tú para decirme qué hacer?
Ataqué, ya roja de la furia seguro, el me miró de reojo desinteresado mientras bostezaba.
— Todos te dicen qué hacer, ¿cuál es la diferencia?
Y tenía razón todos me manipulaban a su antojo, pero había algo en el, que no soportaba y a la vez sentía que ya lo conocía.
No supe que responderle y el sonrió, pero esto no se iba a quedar así, el se giró aún sentando dando la espalda mientras comía su pan, pero el no me iba a ignorar, lo giré por lo que el me miró aún más amenazante.
— ¿me dejarás desayunar o tendré que atarte a una silla?
Eso me molestó aún más.
—¿atarme?
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Almas Conocidas
FantasyDos personas común y corrientes cuya vida miserable y aburrida, para ellos definido como infierno, tratan de sobrevivir a diario en su escuela. Pero por las noches mientras duermen sus almas viajan de un lado a otro en busca de su alma gemela y la e...