Un Cauteloso Salvador

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POV Eva/Azul
Sonreí al verla correr atrás de su Mike, ellos pueden llegar a ser muy dulces aveces.

—Te da gusto que se fuera? —pregunto Nill a mi lado

—No, no es eso, solo me da gusto que confíe en mi. —conteste

—Ella esta en una relación con ese joven de ayer. —Dijo afirmándolo asi que asentí mientras él miraba por el callejón donde se habían metido. —Dime algo... cuántas personas en esta ciudad saben de sus poderes?

Pensé un rato en contestar eso. Pero confié también.

—Solo los que viste ayer en mi casa y unas cuantas más. —empecé a caminar por el parque y él me seguía alado.

—Y confías ese secreto a ellos? no temes que lleguen a oidos de personas peligrosas?

Me giré y sonreí ante la idea tonta que uno de ellos nos traicione. Eso era inaudito.

—Por supuesto que no. Ellos son los amigos más fieles que puedas imaginar. Morirían antes de hablar y ponernos en riesgo.

—Pero ellos los han visto usando sus poderes. No les temen? —Dijo alzando una ceja, al hacerlo vi sus ojos amarillos casi brillando ante el sol que nos iluminaba y pude ver mejor su facciones, cejas negras y espesas, su mandibula cuadrada con un poco de barba si afeitar y su nariz completamente perfecta.

Tenía un pequeño lunar en su mejilla derecha.

Me quedé viendo viendo su rostro por un tiempo un poco exagerado y él frunció el ceño confundido.

—Pasa algo? —preguntó

Sacudi un poco mi cabeza tratando de recordar lo que había preguntado. Si ellos nos temen?... Y recordé mi arrebato de ayer. Sin querer les provoque escalofríos.

Hace mucho no pasaba.

—No, claro que no, ellos no nos temen, más bien creo que les caemos bien por tener poderes. Ellos saben que pueden contar con nosotros en lo que quieran, así como nosotros con ellos.

Habíamos llegado a las mesas de ajedrez y me senté.

—Somos como una familia muy particular, una gran familia conformada por hermanos, amigos y padres. —Terminé de decir.

El seguía de pie con su rostro pensativo.

—Sabes jugar ajedrez? —pregunté señalando la mesa pintada con los recuadros blancos y negros.

—Si. —sonrió un poco., aja que era eso? acaso es bueno jugando?

En california papá me enseñó, pero no duro mucho tiempo que no lo dejara hacer muchos movimientos en el juego para luego caer ante mi reina.

Tiempo después Sam dejo de jugar ya que nunca ganaba y mamá simplemente decía.; No quiero esa humillación.

Asi que lo deje por un largo tiempo. Ojala hoy no este tan oxidada.

—Señor Smith. —Dije alzando mi mano para que el encargado de las piezas de las mesas me pudiera ver.

—Hola profesora buen día, dígame quieren las piezas? —dijo el señor con gesto amable.

—Buen día señor Smith, si por favor nos ayuda con eso. —Le dije sonriendo un poco, estaba emocionada por volver a jugar.

—Enseguida, enseguida. —dijo el señor y se fue a buscarlas.

Paciente CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora