Recuperando el tiempo perdido

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Pasé una estupenda Navidad con mi familia, en Colorado. Volveré con mi otra familia cuando pase el Año Nuevo, así que aún me quedan varios días aquí. Es veintiséis de diciembre, y, mientras todos duermen debido a la resaca o agotamiento, Nathan me pidió que saliéramos a dar un paseo. Me gustó la idea. Recorremos juntos, bien abrigados, las calles blancas, poco transitadas, de la ciudad.

—Mira —señala a dos hombres, tomados de la mano. Pasean a un bebé en una carreola—. Esos podrían ser tú y Henry. Y yo podría ser el de la carreola.

—Ay, hijo, se ve que sufriste muchos traumas de pequeño —me adelanto, y él me sigue, muy distraído por su alrededor. Parece que él es el turista.

—¿No le molesta o entristece que hayas decidido pasar estas fechas aquí?

—Su familia también vive lejos. Y no somos jóvenes. Comprende la situación. Literalmente estamos juntos el resto del año.

—¿De dónde es su familia?

—Canadá.

—¿Qué? ¿Sales con un canadiense?

—¿Por qué te sorprendes tanto?

—¿Habla francés?

—No sé.

—¿Le gusta el hoockey?

—No sé.

—¿Lo has visto con camisa de cuadros?

—Nathan...

—¿Ha fumado hierba?

—Nate... Aguarda. Sí.

—¿Qué? —agranda los ojos.

—Cuando era adolescente. Ya sabes, experimentaba con sus amigos. Pero ese no es el punto. No todos los canadienses hacen toda esa basura que acabas de preguntar. No te dejes llevar por estereotipos.

—¿Lo has imaginado portando el uniforme de la Policía montada?

Mis mejillas se sonrojan.

—Te he dicho decenas de veces que me incomoda hablar contigo sobre mi relación con Henry.

—¡No entiendo por qué! Yo te cuento todo. A mí no me molesta que me preguntes cosas. Lo que sea. ¿Por qué tú no confías en mí? ¡Soy tu hijo! Además, es lógico que tengo mucha curiosidad sobre estos temas. Y sobre mi padre, al que prácticamente apenas conozco.

Suspiro.

—Bien. Puedes preguntarme lo que quieras. Pero nada de índole sexual.

—¡Genial! Veamos... —se queda pensativo—. ¿Eres el activo de la relación?

—¿En serio, Nathan? —frunzo el ceño.

—¿Qué? No necesariamente connota algo sexual. Ni siquiera tienes que responder algo explícito. Es una duda común.

—Supongo... No sé. Es más joven que yo y más pequeño. Supongo que soy el... más... no sé. ¿Alfa?

—¿Has visto algún lado de él que lo haga ver como alfa?

—Tal vez cuando hace su trabajo. Llega a ser muy autoritario. Incluso podría decir que me intimida un poco.

—¿No te excita cuando eso pasa? Cuando Sammy carga algo pesado, o me habla con cierto tono de voz, me da... no sé...

—Eres un puerco sumiso, supongo.

—¡No lo niegues, pa! Seguramente cuando Henry actúa como macho viril bruto golpea paredes, sientes algo.

Harold!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora