Bien dicen que la vida se encarga de darte golpes, pero en este caso, quien le dará golpes a Caulifla será su propia mejor amiga.
Kale no es solamente hermosa, es extremadamente sádica y experta en el arte de la manipulación y seducción. Cosa que us...
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Broly.
Salgo del interior de Chirai cuando termino de eyacular, me aparto para que ella pueda tomar aire antes de encaminarme al baño aún con la erección intacta.
—Eres un insaciable. —me dice a la vez que agarra el móvil que no ha parado de sonar.
Entro a la ducha con la verga endurecida, esperando que la erección merme con el agua.
Salgo del baño y Chirai está boca abajo sobre la cama riéndose por llamada, la maldita tanga que tiene puesta me está volviendo loco y por ello me acerco a ella a grandes zancadas y le arrebato el maldito aparato, queriendo cogermela otra vez.
Dejo su móvil a un lado y la volteo, dejando que me bese, le separo las piernas antes de hacer a un lado la prenda que le cubre su feminidad, y agradezco que esté tan húmeda porque es fácil para mí entrar.
Sacío mi necesidad carnal con ella, que no hace más que gemir sin pudor y marcarme la piel con sus besos y uñas.
—¿Me vas a dar un aventón? —pregunta cuando regreso a la habitación luego de haberme duchado por segunda vez— Tengo que estar en la agencia en menos de cincuenta minutos.
—¿Qué anticonceptivo tienes? —le pregunto.
—La inyección trimestral. —contesta.
Le aseguro que le daré el aventón y se apresura a ducharse mientras me arreglo, cuando sale ya estoy abrochandome el reloj.
—¿Le subo el desayuno, señor? —pregunta la empleada afuera.
—No tengo hambre. —contesto.
—¡Yo sí! —le avisa Chirai a la mujer.
Ella come mientras se arregla y también me insiste en que pruebe un bocado, es poco lo que me provoca pero tanta insistencia acaba con todo lo que hay en los platos.
El reloj me avisa que vamos tarde, Chirai se coloca los lentes y me coloco los míos mientras ella busca su bolso. Juntos abordamos mi auto y la dejo enfrente de la agencia.
—Esta noche te quiero otra vez a mi casa. —le dejo claro antes de que se desabroche el cinturón de seguridad.
—Lo tengo claro. —se inclina sobre el asiento, atrapando mis labios en el beso que acepto gustoso, en tanto mis manos le acarician el trasero por encima de la tela del vestido ajustado que trae puesto.
