capítulo 7

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Maratón 2/2


Pero este chico, ¿qué derecho se ha creído que tiene para poder venir a hacerme esta pregunta a mí en este momento? Tengo que aceptar que estos celos que siento no me terminan de desagradar porque significan que le importo más de lo que pensaba, pero después de todo lo que he pasado y sufrido por él... el sentirme ignorado, despreciado, humillado...

No, no tiene ni el más mínimo derecho a hacer esto.

-¿Quién cojones te crees que eres para venirme a mí con esta pregunta?- le suelto y veo que su cara pasa a ser una de asombro total- No eres nadie para preguntarme eso, después de estos meses, desde que comenzó el curso, me has ignorado y despreciado, y ahora ¿te crees que tienes el derecho a hacerme esa pregunta?- sigo.

Él se queda callado durante unos instantes y, cuando veo que va a decir algo, quito de un golpe mi brazo que seguí sujetado por su mano. Levanto la mano y la pongo delante de su cara para hacerlo callar.

-Te dije claramente que no me hablaras, que ignoraras. Si no puedes hacer eso, solo haz como si no existiera, que hasta ahora se te ha dado muy bien. Nos vemos en el club, allí intenta hablarme lo mínimo, gracias.

Me giro y sigo mi camino con el corazón a mil y con los ojos que sé que en un momento u otro se me van a comenzar a cristalizar por las ganas de llorar que comienzo a tener. ¿Por qué tengo que tener estos sentimientos cuando yo mismo sé cómo me trata? Es que no tienen sentido, si tampoco es que me hablara lo suficiente para que me enamorara o lo que sea, lo único que hacia diferente conmigo era no tratarme TAN mal, pero tampoco me trataba exactamente bien.


Cuando llego al vestuario para cambiarme, lo hago lo más rápido posible para poder ir a darle unos cuantos toques al balón yo solo. He descubierto que, aunque no sea bueno, jugar al voleibol me despeja y hace que mi mente se quede en blanco.

Me termino de cambiar y voy directo a la pista con la bolsa colgada en el hombro. Entro al pabellón de entrenamiento y dejo la bolsa recostada en la pared junto con las otras. Me quito la chaqueta que tenía para estar fuera, porque hace frío, y me dirijo hacia la cesta donde están las pelotas.

Me estoy intentando especializar en los saques porque una, es lo único que puedo hacer solo sin necesitar a nadie, y dos, no soy bueno en lo otro. Así que, cuando ya tengo una pelota, me voy al fondo y, para calentar, comienzo a dar unos toques altos contra la pared y devolviéndosela.

Así me paso unos 10 minutos donde consigo que solo se me caiga 1 vez por el agotamiento en los brazos por el repetido movimiento. Al final el entrenador nos manda a hacer un partido de práctica y cuando estamos a punto de empezar veo a alguien en las gradas superiores, es Lev, que acaba de entrar. 

Por lo que veo no soy el único que lo ha visto, Tsukki y Hinata también lo han oído. Lo saludo con la mano y me devuelve el saludo igual. Intento concentrarme en el partido y en hacerlo bien. Inesperadamente lo hago mejor de lo habitual, lo hago mejor en las recepciones y en los pases y acierto algún que otro saque as. 

Cuando se acaba la práctica doy gracias a que hoy no me toca limpiar a mí la pista, es decir, que ayudo rápido a recoger y salgo para encontrarme con Lev. Nos saludamos y vamos a dar una vuelta. Cuando nos cansamos de ir caminando sin ningún destino, decidimos ir a nuestras casas y descubro que la dirección a su casa también es casi la misma que la mía, vive a dos calles más a lo largo. 

Cuando llegamos a la intersección con mi calle me paro y él pone una cara triste. Sé que me tiene que dar una mala noticia casi al instante, y no me equivoco.

-Yamaguchi, te tengo que contar algo. Mi familia ha venido aquí por un tiempo, pero solo vamos a estar aquí un mes, luego nos iremos a otro país y no creo que volvamos. 

Me quedo sorprendido con lo que me acaba de decir, pero no sé que contestar. Estoy unos segundos pensando qué responder y, al final, de decido por:

-Tranquilo, no pasa nada. Podremos seguir siendo amigos, hablaremos por teléfono y quedaremos en alguna ocasión. No terminará el mundo ni nuestra relación, podremos seguir en contacto.

Veo que pone una pequeña sonrisa y me mira a los ojos.

-Es verdad, pero no va a ser lo mismo. Nos hemos conocido hoy, pero siento que hubiéramos podido llegar a ser muy buenos amigos-me dice.

-Lo podemos llegar a ser, todavía nos queda un mes para poder estar juntos y, como te he dicho, nuestra relación no tiene porque terminar cuando te vayas, podremos seguir hablándonos, aunque no sea lo mismo, algo es algo.

Y así es como terminamos la conversación y nos despedimos. Giro hacia mi casa y caminando voy pensando en qué podemos hacer este mes juntos. Se me ocurren algunas ideas como quedar en alguna de nuestras casas, ir a comer alguna vez fuera, ir a algún parque de atracciones juntos...

Cuando llego a mi casa... abro y me encuentro con mi madre y Tsukki hablando cómodamente en el sofá del comedor y que quedo parado en la puerta. Cuando mi madre se da cuenta de que ya estoy en casa, se gira para mirarme y me dice:

-Hola cariño, bienvenido. Tenemos visita, ha venido Tsukki.

Este se gira para mirarme y me sonríe.

hasta que el sol nos ilumineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora