Zyon.
Mi fiel compañera siempre sería mi espada, aquella con la cual me encargaba de aniquilar cada uno de mis enemigos sin perder el detalle de cortar cabezas para llevarlas ante mi padre tal como este me habia pedido con anterioridad. Las leyes del mundo habian cambiado o tal vez retrocedido, parecía que viviamos en la lejana edad media por el derramamiento de sangre pero habian pasado muchos siglos desde aquellos años, lamentablemente mientras las personas tengan más conocimientos su crueldad también aumenta sin ningún tipo de piedad solo por demostrar superioridad, justo como pasaba en este oscuro presente.
Siempre he estado bajo la sombra de mi hermano pero era algo a lo que ya estaba acostumbrado, él era la luz y yo su contraparte, jamás lograría hacer lo que yo en el campo de batalla, el terror tenia un precursor y venia de el sonido que hacía el filo de mi arma en el viento, no me rehusaba ante cumplir lo que mi padre pedia, tampoco tenia opcion porque el antiguo en mi puesto había sido ahorcado en la plaza principal por motivos desconocidos de mi parte, tampoco se trataba de miedo pues de cierto modo disfrutaba acabar con las horribles personas que trataban quitarme la vida a mí o los nuestros cada cierto tiempo.
Hoy es un dia importante, aquel en donde nuestro padre nos presentaría ante el pueblo con el titulo de principes, hacían unos 20 años desde que no se nombraba alguno aunque esto no haría diferencia alguna ya que el Rey Causio seguiría siendo la maxima autoridad en nuestro reino. Los asuntos formales me aburrían en exceso pero no queria llegar con una nueva cicatriz en mí al recibimiento de nuestra corona.
Doy un salto para bajar del caballo una vez llego a la fortaleza que nos resguardaba de los demas reinos y me dirijo hacia los establos para lavar mi cuerpo al estar desnudo ya que no pensaba presentarme con todo el rostro entre otras partes llenas de sangre ajena. Pasados los minutos voy al gran salón donde esperaba mi padre el cual me recibe con una gran sonrisa cuando nota que dejo caer el saco con las cabezas al suelo, no tenia que decir nada más pues era más que claro de lo que se trataba así que mi cuerpo se tensa por la pequeña palmada que da a mi espalda, era su forma de decirme que lo estaba haciendo bien aunque de vez en cuando desearia que dejase de dar señales tan confusas y solo dijera que estaba orgulloso de mí, lo que de por si debia ser malo pues ningun padre deberia de enogullecerse por las cosas atroces que hacia su hijo, este caso por supuesto era más que extraordinario en cuanto a las situaciones actuales.
La voz rasposa e imponente de mi padre me informo de todo el publico que nos veria hoy en nuestra coronación, jamás fui de panico escenico así que con total normalidad fui a prepararme para el recibimiento de los pueblerinos para luego de un rato estar allí junto a ellos. Como todo en el planeta habia llegado el momento por lo que me posiciono delante de mi padre dandole la espalda a este fijando mi vista en un punto muerto y espero pacientemente el avance de la ceremonia, estaba tan perdido en mis pensamientos que no me percate de una chica que se hacia paso entre los invitados, mucho menos de los guardias que intentaban acortar su paso.
Un agudo dolor atravesó mi costado a lo que mi escudo de fuego divino se activo logrando sacarle un grito desgarrador a aquella chica que rapidamente cayó al piso cuando sus dedos entraron en contacto con las llamas ardientes que despedia mi cuerpo, presiono la herida en mi abdomen evitando desangrarme y observo con atencion a la castaña que estaba siendo retenida por los guardias, mi vision se hacia borrosa pero apesar de ello lograba distinguir el profundo rojo de sus ojos que expresaba perfectamente la rabia con la que había efectuado su ataque ¿A caso este es mi fin? No deseaba aquello, al menos no ahora. Todo se volvio un caos al igual que mi control sobre mis piernas ya que termine desplomandome por la perdida de sangre.
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El príncipe oscuro
FantasyEn medio del apogeo de la 7ma guerra mundial, el mundo ha sido transformado drásticamente. Los días de felicidad y democracia han quedado atrás, dando paso a un futuro desolador marcado por la injusticia impuesta por ocho poderosos reyes sedientos d...