Capítulo 2

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Al día siguiente, empezó a llegar más gente a la casa, supongo que por la importancia de las reuniones y todo eso. Estas eran casi a diario, pero no fue hasta después de una semana que empezaron a llamarme a participar en ellas también, más que nada para presentar avances con la práctica de mis poderes, y una vez para evaluar mi habilidad de duelo. Para ese entonces los Weasley y Hermione habían llegado a quedarse a la casa también, así que la señora Weasley tomó las riendas del asunto en cuanto al aseo de la casa y nos asignó tareas a todos los que pudo. 

De arriba a abajo tuvimos que tratar de transformar el lugar en uno habitable. Era tanto así que los chicos y yo apenas teníamos tiempo de hablar, e incluso yo apenas tenía tiempo de escribirle a Harry. Tenía que quedarme hasta las tantas de la madrugada para poder escribirle algo que no fuera lo de siempre, pero sin ser tan revelador, para no romper completamente la promesa que nos había hecho hacer el profesor Dumbledore, de no contarle nada. 

Harry, claro, se dio cuenta de que algo ocurría, pues Ron y Hermione no trataron tanto como yo de buscarle una laguna a las reglas y, justificadamente enojado, envió a Hedwig con la misión de picotearnos las manos lo suficiente como para que le escribiéramos cartas que fueran decentemente largas. Por mi parte tuve suerte, porque el ave apenas me atacó, pero los chicos tuvieron que vendarse las manos en el momento en que se detuvo. Luego de eso el ave se fue, satisfecha con su trabajo, a lo alto del armario de mi habitación, que era dónde estábamos en ese momento. Esta última carta de Harry incluía algo inquietante, de hecho: dos dementores habían atacado a Harry y a su primo y habían amenazado con expulsarlo de Hogwarts, así que estaba impaciente, y todos dentro de la Orden estaban inquietos con eso, incluida yo. El profesor Dumbledore convenció al Ministerio de aplazar la expulsión hasta después de conocer los resultados de una audiencia, pero la angustia persistía.

Tres días después de que Hedwig nos visitó, por fin tuvimos un breve descanso de la señora Weasley, pues acompañó al señor Weasley al Ministerio, para intentar hablar con Percy, que había estado increíblemente diferente. Según lo que Ron nos contó, había peleado con su padre a grito limpio porque este lo había intentado convencer que su último ascenso (asistente junior del ministro), no era más que un intento de Fudge de mantener a su familia vigilada. Todo este asunto terminó con Percy yéndose de casa y viniendo a vivir en Londres. La señora Weasley ya había intentado ir a verlo, antes de venir a Grimmauld Place, pero él le cerró la puerta en las narices. La verdad no sé porque se imagina que esta vez será diferente. Supongo que tendrá que ver con el amor de una madre o ese tipo de cosas, no lo sé.

-¿Cuánto tiempo crees que tu madre tardará en volver? -le preguntó Hermione a Ron, sentándose en el suelo de la habitación que él compartiría con Harry.

-No pienses en eso, Hermione -le dijo Ron, acostado en su cama-. Arruinas nuestro relajo.

-Pero tiene razón, Ron -dije yo-. Ha pasado tanto tiempo desde que nos dio una orden que ya empiezo a escuchar su voz en mi cabeza.

Los tres soltamos una carcajada.

-¿Qué tal van sus manos? -les pregunté, una vez que nos calmamos.

-Mejor -contestó Ron-. Aunque no creo que pueda volver a acercarme a Hedwig en un tiempo. Temo que me vuelva a picotear.

-No podemos culparla tampoco -dijo Hermione-. Seguramente está molesta porque no ha podido salir mucho de la casa, al no tener a quien entregarle contestaciones.

-Nos odia, estoy segura -dejé caer mi cabeza sobre las piernas de Hermione con un suspiro.

-Vamos, no nos odia -murmuró ella, empezando a trenzar mi cabello-. ¿Cierto, Ron?

-Nos desprecia -le contestó él, apoyándome a mí, y nos pusimos a reír otra vez.

Entonces, la puerta se abrió y los tres nos pusimos de pie rápidamente, pensando que la señora Weasley ya habría vuelto. Para nuestra suerte, solo era Sirius, que al vernos tan preocupados, se largó a reír y me llamó afuera un segundo para hablar con él.

Charlotte y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora