Capítulo 16

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-Ay, no.

Sinceramente, luego de leer la nota que me dejó Hermione con su cuidada caligrafía, diciéndome que no había podido despertarme, debería haberme preocupado más por no llegar a Adivinación, pero simplemente no podía. Me vestí con rapidez, pero no baje al Gran Salón, me dediqué a avanzar con mis deberes en la sala común, aprovechando que estaba vacía y en silencio, y una vez hecho eso, comí un pastel de caldero a modo de desayuno, para finalmente aparecerme en clases de Transformación, en donde los chicos apenas tuvieron tiempo de saludarme antes de que la profesora McGonagall nos hiciera realizar los hechizos desvanecedores para evaluar nuestro progreso. Cuando llego mi turno, pude notar como parecía no estar satisfecha con mi rendimiento, pero no me dijo nada, y como Hermione fue la única en hacer todo a la perfección, al final de la clase dio más deberes.

-¿Por qué no fuiste a Adivinación? -me preguntó Harry, una vez que salimos del aula.

-Me quede dormida -respondí-. Y como para cuando me levanté no alcanzaba a llegar, aproveché de avanzar en mis deberes.

-Pensé que los habías hecho anoche, y que por eso no había podido despertarte -me dijo Hermione con una mirada de reproche.

-Me entretuve haciendo otras cosas, es todo -le dije, tratando de tranquilizarla-. No volverá a ocurrir, Hermione, en serio.

Asintió, no muy convencida, pero sin insistir más.

Además de McGonagall, a lo largo del día las profesoras Grubbly-Plank y Sinistra nos dieron aún más deberes, que probablemente de nuevo se me atrasasen por los entrenamientos. Aunque al menos, a diferencia de Harry, yo tenía la ventaja de que Angelina no me gritaba cada vez que me veía. Esta vez cuando lo abordó a la hora de la cena, fue para decirle que esperaba que antepusiera los entrenamientos a sus otras obligaciones.

-¡Estoy castigado! -le gritó Harry, poniéndose de pie, mientras ella se alejaba, indignada-. ¿Acaso crees que prefiero estar encerrado en una habitación con ese sapo viejo a jugar Quidditch?

-Al menos solo tienes que copiar una frase -comentó Hermione, haciendo que me detuviera con mi copa a mitad de camino de llegar a la mesa-. La verdad es que no es un castigo tan espantoso...

Harry abrió los labios, volvió a cerrarlos y asintió, volviendo a su comida. ¿Acaso esa vieja arpía de verdad le estaba haciendo copiar frases con aquella pluma que parecía usar sangre para escribir? ¿O estaría yo exagerando al pensarlo? Dentro de mí seguía habiendo una vocecita que me decía que aún estaba la posibilidad de que a Harry solo le hubieran hecho copiar líneas de forma normal, pero ¿era así? 

Para salir de dudas, estuve un buen rato fijándome en la mano de Harry, pero de lo único de lo que me di cuenta, fue de que no la tenía a la vista por mucho tiempo, de la misma forma que hacía yo.

-No puedo creer la cantidad de deberes que tenemos que hacer -comentó Ron con abatimiento.

-¿Y por qué no los hiciste anoche? -preguntó Hermione-. No tardaron tanto con los gemelos, ¿o sí?

-No, yo... fui a dar un paseo después -contestó Ron con evasivas, a lo que Harry lo miró de reojo por un momento. ¿Sospecharía de su coartada acaso? Ni idea.

El entrenamiento con Ron aquel día incluyo, luego de un rato, encantar parte de las pelotas de tenis para que actuaran como bludgers, así subíamos un poco la dificultad. No eran letales, ni eran tan peligrosas como las bludgers reales, pero cada vez que nos daban, dolía muchísimo, y estoy segura de que los moretones tardarían mucho en irse. Aún así, de nuevo seguimos entrenando hasta que ya no dimos más. Y he de admitir que dentro de mí, esperaba que Ron no se pusiera nervioso el día de las pruebas, pues en verdad mejoraba mucho, siempre y cuando los nervios de sus errores no le jugaran en contra. 

Charlotte y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora