Capítulo 6

14 0 1
                                    

-¿Lottie? 

La voz de Sirius sonó a través de mi puerta. Me saqué las sábanas de encima de la cabeza y me senté, escuchando.

-Lottie, la señora Weasley está llamando para la limpieza -me informó-. Dijo que está el desayuno en la cocina y que luego tienes que ir al salón. Yo iré con Buckbeack, por si me necesitas antes.

Escuché sus pasos desaparecer gradualmente y empecé a levantarme. Media hora más tarde, ya estaba entrando al salón, en donde la señora Weasley, Hermione, Ginny, los gemelos, Ron y Harry ya estaban, y todos llevaban un pañuelo anudado en la parte de atrás de la cabeza, cubriéndoles la nariz y la boca. Todos llevaban también una botella llena de un líquido grande, y tenía un pulverizador, aunque a juzgar por la manera en que Harry y Ron se terminaban de acomodar los pañuelos, no habían llegado mucho antes que yo.

-¡Ah, ahí estás! -me dijo la señora Weasley, poniéndome un pañuelo y entregándome una botella-. Es doxycida -me explicó-. No había visto nunca antes una plaga como esta. Está lleno. No sé que ha estado haciendo ese elfo doméstico durante los últimos diez años...

-Kreacher es muy viejo, seguramente no podía... -empezó a decir Hermione, lanzándole una mirada de reproche a la señora Weasley.

-Te sorprendería ver de lo que es capaz Kreacher cuando le interesa, Hermione -afirmó Sirius, que acababa de entrar con una bolsa  manchada de sangre, de algo que parecían ser ratas muertas-. Vengo de dar de comer a Buckbeack -explicó, mirando a Harry-. Lo tengo arriba, en la habitación de mi madre. Bueno, a ver... este escritorio... -dejó la bolsa de ratas en una butaca y se agachó para examinar el mueble, que temblaba ligeramente-. Mira, Molly, estoy convencido de que es un boggart -comentó Sirius, mirando por la cerradura-, pero quizás sea conveniente que Ojoloco le eché un vistazo antes de soltarlo. Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

-Tienes razón, Sirius -coincidió la señora Weasley.

El tono extremadamente educado en la voz de ambos daba a entender que ninguno había olvidado la discusión de ayer.

En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el mismo estruendo de gritos y lamentos que soltaba la señora Black.

-¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! -exclamó Sirius, exasperado, y salió a toda prisa del salón, para, seguramente, poder silenciar los gritos de su madre.

-Harry, por favor, cierra la puerta -le pidió la señora Weasley, ya que aún se oían los insultos del retrato.

Harry se tomó su tiempo en cerrar la puerta, pero finalmente lo hizo, y la señora Weasley empezó a darnos las instrucciones de lo que teníamos que hacer, mientras estaba encorvada sobre la página de las doxys de la Guía Gilderoy Lockhart sobre las plagas en el hogar, que estaba abierta encima del sofá. Al parecer la noticia del fraude del ex profesor no había llegado a los oídos de la señora Weasley, o quizás sí, pero los datos del libro y consejos sean genuinamente útiles.

-Bueno, muchachos, deben tener cuidado porque las doxys muerden y sus dientes son venenosos. Aquí tengo una botella de antídoto, pero preferiría no tener que usarlo -se enderezó, se paró frente a las cortinas y nos hizo señas para que nos acercáramos-. Cuando dé la orden, empiecen a rociar las cortinas. Ellas saldrán volando hacia nosotros, o eso espero, pero en los pulverizadores dice que con una sola rociada quedan paralizadas. Cuando estén inmovilizadas, pónganlas en este balde -lo señaló y se apartó de la línea de fuego, para luego levantar su pulverizador-. ¿Preparados? ¡Disparen!

Luego de unos segundos un par de doxys se dirigieron hacia mí, y les rocié una buena cantidad de producto en las caras, haciendo que cayeran con un ruido seco al suelo. Rápidamente la recogí y la eché al balde.

Charlotte y la Orden del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora