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7 de noviembre del 2019.

Alejo

Amor
Perdóname

Vuelvo y nos vamos, no sé
A dónde quieras
Vos y yo
Nadie más
Nada más

✓ ✓

Perdámonos
Amor
Eu
Contestame
Vayámonos
Perdámonos


Mis mensajes ya no llegaban, su teléfono estaba apagado.
La desesperación me consumió una vez que el álbum ya estaba entregado.

Esas últimas semanas de octubre fueron sofocantes, corriendo a último momento hasta lograr regrabar, escribir y reescribir las canciones del álbum. La última mezcla se había hecho el 4 de noviembre, a solo 7 días del 11/11. Los días restantes nos encerramos a masterizarlo para finalmente poder dejar todo preparado.
Pero hoy, siete de noviembre, no tenía con quien festejar. Estuve tan ocupado en lo mío que me había despreocupado del celular, de los mensajes y de ella, la morocha que siempre me bancaba. Ni siquiera lo había pensado, no creía hacer nada mal. Tan solo día y noche grabando, produciendo, ecualizando y masterizando para que todo pudiera quedar para el día del lanzamiento. Nunca noté que esta falta de comunicación junto a la distancia seria la razón para una última despedida, que ni siquiera tuvo lugar a darse.

Al llegar a casa me invadió un sentimiento extraño ni bien puse un pie dentro del departamento. En conjunto con mis mensajes sin llegar, y la incertidumbre de lo que ella podría estar haciendo, mi cabeza comenzó a carburar.

Caminé por la cocina y pude ver una taza de café en la barra. No podía imaginar hace cuánto estaba ahí, pero me di cuenta que era suya cuando vi el labial en el borde. Ese rouge tan distintivo en ella, que me llevaba a situarme en ese día que terminó marcando todo mi cuerpo al paso de sus labios. A juzgar por la taza aún ahí pensé que fue reciente, tal vez en la mañana, algo no premeditado. Algo impulsivo pero lo suficientemente decisivo para irse rápidamente y sin mirar atrás.

Pensé entonces lo mejor, ella todavía estaba en casa. No suele dejar lo usado sin lavar, ni tampoco en otro lugar que no corresponda. Tal vez fue a buscar algo y ya estará volviendo. Leyó mis primeros mensajes así que sabía que yo hoy volvía a casa. Claro, en el mejor de los casos.

En el mejor de los casos no estaba cansada, ni tampoco enojada por no haberle escrito, o llamado, o hacerle saber que estaba bien. Que la extrañaba y que mi más grande motivación era volver pronto a casa, para encerrarnos ese verano como tanto le había prometido. Tampoco estaba triste por mi indiferencia a la distancia, ni se sentía sola en las noches.

Tragué saliva ante los pensamientos que prontamente revolvieron mi estómago, y mi mente en un sinfín de posibilidades, que se acercaban más y más a lo único que quería evitar.

Dejé mi mochila en el suelo de la cocina y pasé por el living, que estaba tal cual lo había dejado, salvo que más ordenado. Las remeras dobladas en pilones ya estampadas, por lo que asumí que ella se había tomado el tiempo de usar la plancha tal como le enseñé para que todo estuviera listo al llegar.

Sentí como mi estómago se ceñía conforme pasaba tiempo en silencio, en su ausencia, y repasé en una rápida mirada el lugar.
Caminé hasta la habitación a paso lento,; desconfiado, imaginando la peor imagen con la cual me podía encontrar. Y así fue como sentí el calor subir a mis mejillas, y el frío recorrer mi espalda cuando entré al cuarto.

Mordiendo el bozal x YSY A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora