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Aria

Aquí estoy, agonizando, sintiendo que el ardor quema mis piernas y bañándome en sudor, mientras que troto sobre una carretera empinada. No sé en qué momento le ha parecido buena idea ésto a mi madre.

Todo empezó en la madrugada con ella entrando a mi habitación, estaba durmiendo placidamente (cosa que no había logrado en los últimos días) cuando con poca sutileza y falta de gentileza me despertó encendiendo la luz.

—¿Qué hora es?—Pregunté.

—Las 5:00am cielo.

—Mamá, ni siquiera ha salido el sol, déjame dormir.—Me quejé.

Recordé esas prolongada discusiones que sostenía con ella durante mi niñez cuando no quería ir a la escuela.

—Vamos, será divertido. —Insistió.

No podía abrir mis ojos debido a la luz.

—¿Qué otra cosa puede ser más divertido que dormir? —Repliqué.

—Si te levantas lo sabrás.—Dijo con un aire misterioso en su voz.

Me di la vuelta, decidida a ignorarla. Pero ella cogió mi sábana, dejándome expuesta al frío.

—¡MAMÁ!—Me quejé de nuevo.

—Aria, ponte algo cómodo. No me iré hasta que levantes tu trasero de ésa cama.

—Eres cruel—Musité enfurruñada—¡No tengo ropa cómoda!

Sí, era una excusa.

—Supuse que dirías eso. Compré ésto para ti ayer—Señaló un conjunto de ropa deportiva que distinguí con dificultad debido al peso de mis ojos.

—Ésto ha sido premeditado, ¿Cierto?

Soltó una risita victoriosa—Te espero en la cocina para tomar un batido de proteína antes de salir.

—¿Falta mucho?—Jadeo, sintiéndo que la vida se me va con cada paso que doy.

Es más que evidente que ésto de hacer ejercicios no es lo mío.

—¡Ya nada!—Exclama mi mamá en la cima de la colina.

Me situo junto a ella, respirando con dificultad, doblando mi cuerpo a la mitad y descansando las manos sobre mis rodillas. Una gota de sudor cae por mi sien y en el acto la quito.

—Eres cruel, mamá—Digo con dificultad.

Mi madre, respira hondo, al igual que yo, está sudada debido a la actividad física, pero no se ve tan afectada.

—La vida es bella, hija... Dime si no es hermoso—Señala el horizonte, donde los primeros rayos de sol hacen acto de presencia, la escena es digna de una fotografía.

Preferiría estar en la cama, durmiendo placidamente.

—Me alegra estar viva y disfrutar de ésto—Dice, la emoción vibra en su voz.

Vale, no... No preferiría estar en cama. Tengo a mamá conmigo, está viva, ha tenido una segunda oportunidad y yo debo valorar éso. Me acerco más y ella deja su brazo colgando alrededor de mí.

—Cuando salimos de casa, era de madrugada, aún estabs oscuro, ¿Cierto?—Asiento—¿Qué ves ahora?

—El amanecer—Respondo.

El cabello de mamá es rubio, está recogido en una coleta alta y se mueve al compás del viento. ¿Ya he mencionado que mí mamá es preciosa?

—Exacto, ¿Sabes qué significa?

Empezar otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora