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"Si eres suficientemente valiente para decir adiós, la vida te recompensará con un nuevo hola.”
—Paulo Coelho.

Aria

Toco la puerta del departamento una tres veces haciendo una maniobra, estoy sosteniendo tres bolsas llenas de botanas, percibo el sonido de unos pasos acercandose, luego, la cara amigable de Kendall hace aparición.

—Ari—Se ve contenta—¡Bienvenida!—Sus ojos verdosos se detienen en mis manos—¿Necesitas ayuda con eso?

Asiento, extendiendo una de las tres bolsas—Te lo agradecería.

Kendall me da espacio para poder entrar, el departamento está impregnado de un agradable olor, una mezcla de perfume, detergente y pastelería.

Olfateo—¿Estás horneando algo?

La castaña esboza una tímida sonrisa y asiente.

—Algunas galletas para acompañar el helado—Dice a la vez que deja la bolsa que le entregué en una encimera y le imito.

—¡Eres genial Kenny! ¿Hay algo que no hagas mal?

Kendall oculta unos mechones detrás de su oreja—De hecho, sí, hay algo que se me da muy mal.

Enarco una ceja—No te creo. Me resulta increíble, teniendo en cuenta que eres súper talentosa.

—No, es en serio. Se me da muy mal bailar, tengo una pésima coordinación.

Me río, por la expresión de vergüenza en el rostro de Kenny, como si se tratase de un secreto de estado.

—¿De verdad?—Kendall asiente—No creo ser la mejor bailarina, pero podría enseñarte algunos pasos. O mejor aún, podríamos tomar unas clases juntas.

Los ojos de mí amiga brillan—¿Lo dices de verdad?

—Claro.

Me señala—Te tomaré la palabra.—Hurga en una de las bolsas.—¿Qué huele tan bien?

Saco un envase de plástico hermético y lo abro.

—Porque hice botanas caseras. Ésto es hummus.

—¿Y dices que yo tengo superpoderes?—Pregunta incrédula.

Me río. Kat aparece de la nada, haciendose una coleta alta y vistiendo una pijama rosa pastel afelpada.

—¿Qué es todo eso?—Pregunta la recién llegada.

Aunque, pensándolo bien, como no es mí casa, se supone que la recién llegada soy yo.

—Aria trajo botanas caseras—La castaña abre el contenedor con hummus y lo olfatea.

—¡Eso chica! ¡Te estás destacando!—Se acerca y palmea mí espalda—Por cierto, lindo pijama. Me gustan los pandas.

—Gracias, el tuyo también se ve cómodo.

—Lo es—Dice tocando una de sus mangas—Kenny me lo regaló, ¿Verdad…—Kat deja la pregunta al aire y sus ojos se quedan estancados en Kendall quién está degustando una tostada—¡Kenny! Ni siquiera hemos empezado a ver la película.

Ella sigue masticando y traga como si nada—Tenía hambre—Se defiende—Además…—Entrecierra sus ojos—Tu te comes la mayoría de los postres y nunca te digo nada.

—Y por eso somos tan buenas amigas—Se defiende la pelinegra. Hace un ademán con su mano—Anda, continúa.

La situación me parece tan graciosa que las tres terminamos riendo.

Empezar otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora