Capítulo 5

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DAPHNE

Michael abre la puerta del apartamento. Yo lo miro embobada en su torso desnudo y él se acerca a mí.

–¡Entra en casa, ahora! –me grita y ordena a la vez.

Lo miro con miedo, caminó despacio hasta llegar al salón. Escucho como cierra la puerta y sus pasos dirigiéndose hacia mí.

–¿Dónde has ido? ¿Dónde está tu móvil y tus llaves? ¿Quién te ha traído? ¡Responde ahora, joder! –su voz no es cálida, si no grave a la vez. Se pone las manos en la cabeza, frustrado y yo sigo sin responder.

–Por favor, Daph, responde. He estado llamándote un millón de veces y ni siquiera has contestado, estoy súper preocupado.

Sigo sin decir nada. Una lágrima se me cae por mis mejillas y yo la limpio con mi mano pequeña.

–¿¡NO VAS A RESPONDER?!

–Michael deja que te expli…

–Ahora sí, ¿no? ¡Estoy harto de ti! ¡No te atreves a decir nada a tu novio! ¡Eres una miedica! ¡Ahora mismo vas a coger tus cosas y te vas a ir a la puta calle!

Auch.
Eso me dolió.
No debería de haber ido a la fiesta.

–¡AHORA!

Me ordena y me guía para mi habitación, con su mano tensa, en mi espalda. Las lágrimas se me escapan.

Michael me coge una mochila negra, me pone ropa a lo bruto, y con la expresión enojado. Me da la mochila en la mano y nos quedamos mirando a los ojos.

Sus ojos expresan furia, tiene los labios apretados y la mandíbula tensa.

–No me hagas esto, porfavor Michael…

Mi voz suena dolorida. El corazón se me hace a pedazos, por sus palabras.

¿Por qué siempre tengo cosas malas en la vida? Me siento tan idiota e imbécil.

–Michael, de verdad… Solo he ido con Leah y sus amigas, a una fiesta.

–Lo siento… Pero ya no puedo confiar en ti.

Auch. Otra frase de dolor.

Las lágrimas se me derraman desconsoladamente, con el rímel ya corrido. Él no sentía el dolor que siento yo. Él no lo sabe. Ya no le importó.

–Ahora, vete… –no hay ningún dolor en sus palabras, solo seriedad.

–No me puedes echar así porqué así. Sé que este es tu apartamento y lo has pagado tú, pero no me eches de aquí, no sé dónde puedo ir a estas horas.

–Daph, no sé si creerte si has ido con ella y no se quién te ha traído hasta casa.

Me quedé sin palabras.
No sabía que decirle quién me había traído. No podía decirle sobre el camarero.

–Vete a casa de Leah.

–Está en el hospital.

–Pues ve hasta el hospital, qué más da.

Me guía hacia la puerta, la abre y yo doy los pasos por obligación. Me giro hacia él y lo miró con los ojos cristalizados.

–Amor, no… –

Él suspira y me cierra la puerta en la cara.

Joder.
No puedo hacer nada ahora.

Sin intención de nada, pateó la puerta como una loca, seguramente los vecinos me estarán escuchando.

Corazón frío (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora