Capítulo 2

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Sangre sobre sus huesos


Naruto avanzaba tambaleante por las solitarias calles, sintiendo cómo las fuerzas le abandonaban por momentos. Llevaba días vagando sin rumbo fijo, ocultándose de miradas indiscretas tras su desgastada capa. El hambre le atenazaba las entrañas casi con la misma fuerza que el miedo a ser descubierto.

Si alguien reparaba en su naturaleza híbrida estaba perdido. Ni humanos ni vampiros veían con buenos ojos a los de su calaña, fruto de la repudiable unión entre una mortal y un no-muerto. La sola sospecha de su condición bastaba para condenarle a una muerte segura.

Así las cosas, Naruto se veía forzado a sobrevivir en las sombras, carroñeando restos y manteniéndose lejos tanto de poblados humanos como de aquelarres vampíricos. Cualquier descuido podía delatar su secreto y firmar su sentencia de muerte.

Aunque su aspecto externo era prácticamente humano, algunos signos evidenciaban su parte no muerta. Poseía una fuerza y ​​unos reflejos muy superiores a la media, y sus colmillos afloraban ligeramente rozando su labio inferior. También destacaban sus llamantes ojos azules de mirada algo felina.

Pero sin duda lo que realmente le confería esa naturaleza semivampírica era la necesidad de beber sangre para subsistir. Si bien podía alimentarse de comida humana, era la sangre lo que nutría su verdadera esencia y saciaba el ansia voraz que notaba crecer en su interior por momentos.

Y precisamente el acuciante apetito hematófago era lo que más le torturaba ahora mismo. Hacía casi dos semanas que no probaba ni una gota de ese vital líquido carmesí y su cuerpo comenzaba a resentirse gravemente por esa carencia. Notaba la garganta tan reseca que incluso tragar saliva le resultaba una odisea.

Tambaleándose febril, salió de la ciudad y se internó en el bosque vecino buscando un lugar recóndito donde guarecerse. Los árboles proyectaban sobre él largas sombras fantasmagóricas que parecían burlarse de su desgracia.

Finalmente halló un hueco entre las raíces de un añoo roble y se acurrucó en su interior, exhausto. Permitió que el sueño venciera su resistencia con la vaga esperanza de encontrar alivio en la inconsciencia.

Imágenes fragmentadas acudieron a su mente en vibrantes fogonazos... La sonrisa cariñosa de una mujer pelirroja, luego su rostro contraído en una mueca de horror mirando algo fuera de campo. A continuación la misma mujer yaciendo en el suelo con un inquietante tono ceniciento en la piel.

Naruto se removió intranquilo, con la frente perlada en sudor. Los recuerdos de su madre aún escocían en lo más hondo después de tanto tiempo. Jamás lograría perdonarse no haber podido hacer nada por salvarla. Si tan solo hubiera bebido aquella sangre mucho antes quizás las cosas habrían sido distintas...

El sueño se tornó más vívido y descarnado. Ahora estaba de vuelta en la vieja casona semiabandonada a las afueras de Konoha donde pasaron sus primeros años de vida. Un pequeño Naruto de no más de seis años observaba angustiado cómo su madre yacía postrada en el camastro, consumida por la falta de sangre.

Kushina le acariciaba la mejilla en un débil intento de consolarle, esbozando una sonrisa triste. Sus ojos antes verdes como esmeraldas relucían ahora apagados, con un brillo enfermizo.

—Cielo, tienes que ser fuerte... Mamá pronto estará mejor.

Ambos sabían que eran palabras huecas destinadas a mitigar un sufrimiento del que ni el ingenuo optimismo infantil de Naruto podía librarle.

De pronto, como surgida de entre las sombras, una alta figura encapuchada se materializó junto a la cama. Kushina pegó un respingo de pánico e instintivamente atrajo a su hijo contra su pecho.

Colmillos de plata; SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora