Capítulo 6

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El rastro carmesí


La gran batalla había terminado. Los gritos de dolor y el sonido del metal chocando con metal resonaban en las paredes del castillo. Sasuke se encontró exhausto, con múltiples heridas sangrantes producto de la cruenta pelea contra la guardia de élite de Shisui.

Respiraba con dificultad, pero su mirada ardía con el fuego de la determinación mientras buscaba desesperadamente algún indicio de Naruto. Necesitaba verle, cerciorarse de que se encontraba bien, de que toda esa violencia no había sido en vano.

De pronto, un estruendo sacudió los cimientos de la antigua fortaleza cuando las enormes puertas principales se abrieron de golpe. Rodeados de sus leales guerreros licántropos hacía su entrada Itachi, blandiendo su imponente hacha de doble filo manchada de negruzca sangre vampírica.

Sasuke suena aliviado al ver a su hermano acudir en su ayuda en el momento más crítico. Sabía que a pesar de sus diferencias, Itachi jamás permitiría que nada malo le sucediera. Era un consuelo en medio de tanta destrucción y caos.

Escudriñó cada rincón con la mirada, esperando ver aparecer en cualquier momento una desaliñada cabellera rubia entre la confusión de la refriega. Pero el muy maldito de Shisui se las había ingeniado para escabullirse aprovechando la cacofonía de la violenta contienda que se libraba a su alrededor.

Y entonces lo vio. Allí estaba Naruto, con las ropas desgarradas y múltiples hematomas cubriéndole la piel. Shisui le sujetaba cruelmente del cuello obligándole a correr escaleras arriba hacia la parte más elevada de la torre mientras descargaba furiosos golpes sobre su cuerpo ya maltrecho.

Como si de una visión se tratase, Sasuke contempló impotente la escena sintiendo cómo la sangre hervía en sus venas presa de la más absoluta rabia e impotencia. Estaba demasiado lejos para acudir en su ayuda, sus piernas no responderían lo suficientemente rápido.

Desesperado, buscó a su hermano con la mirada implorando en silencio su intervención. Pero para su horror, en lugar de precipitarse raudo en la persecución de los fugitivos, Itachi caminaba lentamente en su dirección, como si no acabaría de presenciar la dramática huída.

—¡Itachi! ¿Qué demonios haces? ¡Debemos ir tras ellos ahora mismo, antes de que logren escapar! —bramó Sasuke al borde de la histeria.

Con absoluta parsimonia, el mayor posó una mano sobre su hombro en un gesto se supuso pretendía ser reconfortante. Pero la severidad en su gélida mirada escarlata presagiaba todo lo contrario.

—Es inútil, ototo. No llegaremos a tiempo, el chico ya está perdido —sentenció con inquietante serenidad.

Atónito ante tan perturbadora falta de reacción, Sasuke sacudió su brazo separándole bruscamente.

—Pero ¿qué dices? ¡No pienso abandonarle ahora que casi le tenía! Tendré que perseguirles yo solo si es preciso —bramó dispuesto a emprender la carrera.

No obstante, los rápidos reflejos de Itachi fueron más veloces y le sujetaron con firmeza por la muñeca, impidiéndole avanzar. Aquella mirada escarlata se clavó en la suya con intensidad abrumadora, casi hipnótica.

—No lo entiendes Sasuke, ya es tarde para él. Ese mestizo ha absorbido demasiada esencia corrupta de Shisui, la maldición vampírica se ha establecido en su interior —argumentó severo.

El menor negaba frenéticamente con la cabeza, rechazando comprender el escalofriante significado tras esas palabras. No, no podía ser cierto. Tenía que haber algún modo de contrarrestarlo, alguna solución...

—Me niego a creerlo. Me da igual si hay que encadenarle o tomar medidas drásticas, pero pienso sacar a Naruto de las garras de ese monstruo así sea lo último que haga —profirió desafiar forcejeando por zafarse.

Colmillos de plata; SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora