Capítulo 10

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Naruto tragó grueso armándose de valor y al fin se atrevió a formular la pregunta cuya respuesta tanto temía pero a la vez necesitaba escuchar para acabar de una vez por todas con esa tortura de la incertidumbre.

—Sasuke, mírame a los ojos y dime la verdad... ¿te has unido esta noche con alguna hembra lycan? Necesito saberlo, por muy doloroso que pueda resultar.

Sasuke se tensó involuntariamente y sus hombros se contrajeron aún más sobre sí en claro gesto evasivo. Durante unos instantes que para Naruto se antojaron eternos, permaneció con la mirada obstinadamente clavada en el suelo en actitud huidiza negándose si quiere a dirigirle una fugaz ojeada.

El corazón del rubio latía tan desenfrenado dentro de su pecho que parecía querer salírsele por la garganta. Apretó los párpados con fuerza sintiendo cómo las fétidas garras de los celos y la desesperanza le desgarraban ya las entrañas ante ese elocuente silencio por toda respuesta.

De pronto notó el cálido contacto de una mano alzándole suavemente el mentón. Abró los ojos aún húmedos en lágrimas contenidas y se topó con la serena mirada ébano que al fin le encaraba sin rehuirle. Extrañamente no había en ella ni rastro de aflicción o culpa, solo una absoluta y desarmante serenidad que por unos instantes logró aplacar el torbellino de caóticas emociones pugnando por desbordar a Naruto.

—Mírame bien, usuratonkachi. ¿De veras cree que después de todo lo que hemos vivido juntos sería capaz de fallar así? —murmuró Sasuke con voz queda sin apartar sus orbes ónice de los suyos—. Jamás podría yacer con ninguna otra hembra porque sencillamente ya no me siento atraído por nadie que no seas tú. Eres mi omega, mi pareja verdadera. Lo supe desde el preciso instante en que tu fragancia invadió mis sentidos aquella noche de tormenta en el viejo robledal.

Abriendo desmesuradamente los ojos ante tan sorprendente declaración, Naruto sintió cómo el alma le regresó al cuerpo de golpe disipando todas sus peores pesadillas. Balbuceó confuso sin saber qué responder a eso, dividido entre la alegría desbocada y la consternación.

—Pero Sasuke... sabes tan bien como yo que eso no cambia nuestra situación actual —argumentó compungido—. Tarde o temprano deberás buscar una compañera fértil lycan y procrear un heredero si no quieres que tu linaje se extinga para siempre. Y por mucho que me duela reconocerlo, yo no puedo darte esa tan ansiada descendencia por mucho que te ame...

Profundamente conmovido, Sasuke se estrechó súbitamente entre sus brazos acunándole contra su firme pecho mientras le cubría el rostro de dulces besos entre tiernas caricias.

—A la mierda con las obligaciones y el deber para con los ancestros. Si para estar junto a ti debo renunciar a mi legado ya mi sangre lo haré sin dudarlo un instante ni siquiera... No me importa lo que diga Itachi o el consejo de ancianos —aseveró ferviente sin dejar resquicio a dudas sobre la veracidad de sus palabras —. Si tengo que elegir entre tú o ellos, te elijo a ti una y mil veces. Eres mi vida entera Naruto, todo cuanto me queda en este mundo. Sin ti nada tiene sentido ni validez.

Al borde de las lágrimas ante tan ardiente declaración de amor incondicional, Naruto se aferró desesperado a él como un náufrago a su tabla de salvación. Balbuceó un sincero "Yo también te amo, te amaré toda la eternidad" contra la curva de su cuello, demasiado abrumado para expresar de otra forma la intensa marea de sentimientos desbordándose en su interior.

Permanecieron largo rato fundidos en ese estrecho abrazo sin mediar palabra, simplemente meciéndose al ritmo de sus latidos con las frentes unidas y las respiraciones entremezcladas en una sola. No hacían falta más palabras, sus corazones al fin libres de ataduras hablaban un lenguaje propio mucho más profundo que cualquier declamación.

Colmillos de plata; SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora