IV. mitad-mitad

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En la cueva cálida de piedras rojizas, se encontraban los dos jóvenes de especies distintas, frente a frente

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En la cueva cálida de piedras rojizas, se encontraban los dos jóvenes de especies distintas, frente a frente. Un Kirishima, que estaba con su mente hecha un desastre entre si confiar o no confiar en el ajeno. Si debía cazarlo como esos horribles monstruos hacen con las bestias del páramo bajo, dejándolas sufrir por horas, o si debía seguir aquel fuerte e inusitado*¹ instinto que le indicaba no atacar al cenizo y confiar.
Y, por el otro lado, teníamos a un Bakugou que parecía más muerto que vivo. Literalmente su alma estaba colgando de un hilo en esa situación. Si fuera diferente, si estuvieran en el campo lo hubiera atacado sin piedad, directo a sus puntos débiles como son las fosas, oídos u ojos. Pero no, estaba en una jodida cueva, sin nada de espacio para huir, con un dragón enorme y el colmo es que su arma más eficiente se había hecho pedazos y la parte filosa, seguía en aquella llanura dónde tuvo su primer encuentro con el dragón. En resumen, estaba jodido.
Kirishima observaba al rubio, que parecía irse en sus pensamientos. No estaba diciendo nada, bueno, aunque dijera algo, el humano no le entendía. ¿Cómo iba a hacer para que le entendiera? A penas y sabía reconocer ciertas palabras y solo era por su habilidad. Recordemos, los dragones transformantes se pueden transformar en algunos momentos en otras especies, dependiendo de cuánto tiempo pasen con la especie, ya que su cerebro comienza a olvidar la forma y empieza a gastar muchas más energías para la transformación. También depende de la complejidad del animal. Hace mucho que no se transformaba, la última vez que lo hizo, había imitado a un reptil y fue muy de joven, cuando aún no era grande naturalmente y las bestias no le temían. Del poco comportamiento e idioma que pudo entender de estos, fue la palabra humano. Los mismos que cazaban a esos animales y terminaron por extinguir a cada unos de ellos. Ya desde sus principios, el rubí no se llevaba bien con los humanos, incluso antes de conocerlos.
Entonces, la mente del dragón dio un chispazo, como si hubiera descubierto un gran plan. Su expresión no paso de largo por Bakugou, quien se le quedó viendo muy atento. Se sentía estúpido por no haberlo pensado antes, podía usar esa habilidad para transformarse en una de esas bestias, una igual o semejante al rubio.

ᴇɴ ᴍɪ ᴏᴛʀᴀ ᴠɪᴅᴀ [ Kiribaku ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora