VI. Hablar.

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   Unas brazas se alzaban en frente a la cabaña del cenizo y, ahora también, del pelirrojo

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   Unas brazas se alzaban en frente a la cabaña del cenizo y, ahora también, del pelirrojo. El segundo veía más que intrigado la situación, alerta, exactamente con la mirada de un gato sobre un ratón. Estaba al borde de saltar sobre aquel fuego, para apaciguarlo cuando el rubio le dio un golpe en la nuca como reprenda.

—EH. Mierda, no hagas nada estúpido, ahí voy a cocinar nuestra co-mi-da. —énfatizaba la última palabra, tratando de que el pelirrojo comenzará a asociar palabras con objetos o acciones. —permanece quieto, animal.— señaló al suelo mientras que conversaban, usaba mucho los gestos para acompañar su habla buscando una mejor comprensión por parte del dragón.

  Kirishima hizo caso a su contrario, y se quedó sentado, justo donde el rubio le señaló que se sentará. No fue mucho, no más de tres minutos, que Bakugou volvió con una cacerola negra y la puso sobre aquel círculo de rocas que en el medio soltaba brazas. La cacerola era negra y amplia perfecta para que el rubio pusiera varias verduras que sacaba de su huerto.
  Tomó un cuchillo y las cortó, las dejo en la cacerola y luego fue con un conejo, despellejado. Antes de cortarlo, le mostró el mismo al pelirrojo, quien trato de darle un bocado.

—SH! solo te estoy mostrando que es comida y que la estoy cocinando, co-ci-nan-do. —El pelirrojo ladeó su cabeza viendo como el joven cenizo tomaba aquel conejo para cortar la carne y picarla en trozos.

Ante la actitud, el dragón se sintió atacado. ¿Cómo podía separar la carne y no comerse los huesos? ¡Si eran riquísimo! Al menos, que se los diera a él. Por esa misma razón, el rubí se encimó sobre Katsuki, gruñendo de una forma pesada y largando gimoteos como queja. Aún no era muy bueno para las palabras y, cómo era un dragón, tenía una variedad de sonidos amplia para diversas situaciones.

–Ya, joder. Toma los huesos. —Al finalizar de sacar la carne y meter la misma a la caldera, le entregó los huesos al pelirrojo. Mientras le miraba, con el ceño fruncido, parecía preocupado. —No puedes hacer esos ruidos al aire libre y por dónde quieras imbécil, te van a descubrir. Tsk, tendré que enseñarte a hablar rápido. —su mirada se fue al cielo, alzando el mentón, entrecerrando sus ojos mientras que relajaba aquel ceño fruncido.

ᴇɴ ᴍɪ ᴏᴛʀᴀ ᴠɪᴅᴀ [ Kiribaku ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora