III. Dragona

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   Unas alas se desplegaban a lo ancho del dragón

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   Unas alas se desplegaban a lo ancho del dragón. Mostrando las escamas rojizas, amarillas y naranjas en un destellante color. Como si fuera la misma lava del interior de la montaña escarlata, porque sí, era un volcán, la que estuviera dentro de las escamas de aquella gigantesca bestia.
A su vez, aquel animal, dejaba oír un fuerte ronroneo mientras que meneaba la cola. Y, con su hocico, dejaba pequeños golpes sobre el abdomen del rubio. Rubio que estaba más pensativo que de costumbre, necesitaba encontrar la forma de que su contrario entendiera que su manera de seducirlo había funcionado y no solo poner su mano contra su hocico para que el choque hacia su abdomen sea más leve, algo que de mucho no servía.

Luego de unos varios minutos de ronronear, un poco frustrado, el dragón jaló de aquella capa roja y distintiva que cargaba el cenizo, lana y tela roja, resistente y suave al tacto. Con aquel jalón tiró al chico sobre su hocico, él cual le veía como si estuviera al borde de llorar. Rápidamente, Bakugou recobró la postura, pero no sé distanció de aquel dragón. Acarició el hocico de la bestia, su mano temblaba. Posteriormente hizo algo bastante vergonzoso. Había estudiado sobre varias bestias, tenía cierto conocimiento de como se movían y sus gestos, ya sean agresivos o de cortejo. Así que, sin más remedio, el joven se arrodilló, puso ambas manos contra la tierra hasta quedar en cuatro, para así pasarse por debajo del dragón. A la par que imitaba el ronroneo ajeno.

-mierda. -musitó mientras que observaba como un calor fuerte cubría su cuerpo. El dragón rubí era demasiado caliente en temperatura. -esto es patético.

Por otro lado, mientras que Katsuki se insultaba a si mismo por aquel tipo de humillación. Kirishima estaba que volaba de alegría. Su cortejo aparentemente estaba funcionando, ya que entre dragones, el pasarse por debajo del otro significaba "estoy contigo". No es como si buscará aparearse o tenerla de pareja, en realidad, él solo quería que el rubio se quedará con su persona, mejor dicho, dragón. Nunca había estado con otro de su especie. Los dragones solían abandonar el nido en el momento que el cascarón se rompía. Conclusión, sin padres, sin familia.
Kirishima estaba contento de que la dragona pareciera querer estar junto a él. Pero algo lo desconcertó, de un momento a otro el cenizo cayó al suelo, prácticamente se desplomó. El rubí era demasiado pesado y esto provocó que terminase por no aguantar su peso, sus extremidades se rindieran y quedará acostado bajo él. Así que Eijiro, notando ello, se hizo más pequeño, tanto como para quedar de un tamaño similar al de "la dragona".
Bakugou, aún tirado en el suelo y con las mejillas rojas por el calor, se enderezó. Ahora estaba sentado frente a un dragón muchísimo más pequeño que el que había visto antes. Es decir, era el mismo, pero el hecho de que pudiera cambiar de tamaño lo tomó de sorpresa. Quizá podía usar aquello para su favor. Y sin más, le propició un golpe. Mala idea.

ᴇɴ ᴍɪ ᴏᴛʀᴀ ᴠɪᴅᴀ [ Kiribaku ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora