I. Olor

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@nagarururun en Twitter

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Eran alrededor de las 4 de la tarde cuando Gojo se encontraba sentado en el despacho de la directora, toda la habitación se veía muy fría a pesar de las abejas y flores de papel que estaban pegadas por todas las paredes.

El llanto de dos niños pequeños se escuchaba por toda la habitación y aunque la profesora esté a su costado intentando consolarlos, sus lágrimas no paraban.

La directora omega tenía una mueca amarga en su rostro, por su naturaleza Gojo podía asegurar que el llanto de dos cachorros le molestaba y quisiera calmarlos, sin embargo, era imposible, ambos cachorros tenían omega, si estos sienten otro aroma que no sea el familiar se pondrían peor o llegarían a llorar a gritos, los cachorros de omega eran demasiado sensibles.

El alfa cargó a su propio cachorro pelinegro mientras este amenazaba con llorar por ver a los otros dos en esa posición, de inmediato trató de consolarlo sin poder hacer mucho.

Se estaba poniendo un poco impaciente pues el padre de los gemelos no llegaba y los pequeños no se calmaban, su cachorro se estaba asustando y él no podía hacer nada para cambiar la situación.

Su alfa dentro empezó a exigirle que suelte su aroma para calmarlos, ahora él tampoco lo soportaba su llanto, se había vuelto débil con los niños desde que tuvo al propio.

Después de unos minutos la puerta se abrió de golpe, un rubio alto entró casi corriendo, Gojo pudo distinguir su traje bien colocado y su gabardina elegante, incluso su forma de correr desesperado parecía tener clase.

Y pudo haber dicho mucho más si no fuera por la rapidez con la que entró y se dirigió a los cachorros que Gojo supuso que eran suyos.

- ¡Nanamiiiin! – uno de ellos se puso a llorar más fuerte y el otro saltó a los brazos del mayor.

- Está bien, está bien, ¿Dónde estaban? Los he estado buscando – su voz era calmada, dulce, como si les hablara a los seres más delicados del mundo, los abrazó con furor a ambos arrodillado en el suelo, por el agradable aroma el peliblanco supuso que este era un omega, claro, era el padre de los cachorros.

Uno de los cachorros se aferraba al cuello de su camisa jaloneándolo dándole a entender lo que quería mientras el otro seguía llorando, sin más el omega desabrochó los primeros botones de su camisa y levantó su mano hasta detrás de su cabeza, donde estaba su glándula de aroma y retiró un parche de olor.

De inmediato salió de él un olor acogedor y de consuelo que hizo al fin que los cachorros empezaran a sollozar y a abrazarse a su omega.

El único alfa de la habitación solo volteó la mirada, él había estado con muchos omegas seguido distinguía aromas y creyó que había olido todo, pero el aroma de ese omega en particular lo encontraba especial, quería acercarse también a su nuca justo como lo hacía aquel cachorro de cabello anaranjado y marcas de nacimiento en su cara, se veía tan cómodo y calmado. Se obligó a pensar en otra cosa.

ABSURDO [Nanago/oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora