VIII. Indiferencia

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@董二毡 en Weibo

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El cielo estaba de un azul tan claro que opacaba al mar, y no había mejor lugar para observarlo todo desde el enorme vidrio que separaba el exterior de su habitación, en una mansión tan grande que hacía ver al océano solo un complemento.

La mujer acostada entre las delicadas sábanas se removió incómoda por la luz repentina, estaba sola en la cama y solo las suaves telas cubrían su cuerpo, levantó la cabeza al no sentir la presencia de nadie más a su costado.

Al percatarse de su soledad, se levantó arreglándose el cabello, volteó a ver hacia el piso y vio la camisa del dueño de la casa tirada en el suelo.

Sin esperar más, ignorando su ropa se colocó su ropa interior junto a la camisa que por supuesto, le quedaba grandísimo. Después de asegurarse que su cabello se veía desordenado pero que la hacía ver bien, salió del lugar en busca del albino multimillonario.

Caminó por los pasillos llenos de cuadros que se veían carísimos, todavía estaba descalza y solo tenía en mente encontrarlo.

Llegó a lo que parecía ser la sala - ¿Satoru? – llamó - ¿Satoru?

Vio por todas partes apreciando el lujo, hacia el fondo había una especie de pantalla a la que con curiosidad se acercó, pero al tocarla brilló en rojo, haciéndola exaltarse.

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- Ese es Jarvis, dirige la casa – dijo una voz que la hizo saltar – Aquí está tu ropa limpia y seca, afuera le espera un auto y chofer para llevarla a donde usted desee.

La mujer miró de arriba abajo a la nueva persona en el lugar, un rubio alto estaba parado frente a ella con una bolsa de ropa en la mano.

El hombre no parecía ser tan alto como el albino, pero tenía un traje casi tan costoso como los de él, podía reconocerlo por su trabajo, llevaba el chaleco de tela apretado más de lo normal destacando su abdomen y cintura, todos los botones de su camisa abotonados al igual que la corbata muy bien acomodada con un pisacorbatas de lujo, pocas veces veías tan seguido a hombres así de atractivos en menos de 24 horas, pero sabía perfectamente quien era.

- Debes ser el famoso Nanami Kento – dijo sonriendo.

- Está en lo correcto – respondió cordial.

– Así que después de todos estos años sigues lavándole la ropa a Gojo Satoru – se burló.

El rubio profundizó una sonrisa amable – Hago todo lo que el señor Gojo necesite y me pida – enderezó la cabeza – incluido ocasionalmente... sacar la basura.

La mujer abrió la boca ofendida.


.


La música resonaba por todo el sótano.

Su taller estaba más desordenado de lo normal, y eso ya es mucho desorden de por sí. Trabajaba en un nuevo prototipo para un nuevo brazo de su traje.

ABSURDO [Nanago/oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora