VII. Seda

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@yoleviii en Twitter

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- Es un honor por fin conocerlo, príncipe.

El sultán saludaba cortésmente al recién llegado, único príncipe de Dinamarca, Gojo Satoru.

- El honor es mío, mi sultán – tomó la mano del mayor y la besó para luego ponerla cerca de su frente, en señal de absoluto respeto; algo que aprendió recientemente y que agradece, pues el sultán parecía complacido con su gesto.

- Es de mi agrado conocer sobre su matrimonio, no puedo sentirme más alagado por su invitación.

El sultán se volvía a casar, esta vez con un hombre que apenas entró a su harem, los rumores dicen que fue hechizado o embrujado, pues nadie había conseguido ser tan cercano a su majestad, se dice que incluso fue capaz de preferirlo que a la propia madre sultana, quien no asistió el día de hoy.

Pero no es como si todas esas cosas le interesaran en lo más mínimo a Gojo, estaba aquí solo para divertirse un poco, después de estar encerrado por años en su palacio y su nación, extrañaba las fiestas, y la invitación le cayó como anillo al dedo, su padre lo prohibió de muchas cosas, porque su edad no era la adecuada para seguir buscando diversión.

- ¡Geto! Ahí estás, ¿Qué es de la vida del gran visir real? – dijo con entusiasmo apenas reconoció a su mejor amigo de entre la multitud.

- ¡Gojo! – respondió con el mismo entusiasmo y abrazando con fuerza al albino – todo aquí es complicado, pero estoy feliz, y no andes diciendo por ahí que soy visir real que pueden castigarte – dijo aun bromeando – no soy más que un colaborador.

Siguieron hablando por un rato más, Geto contaba historias fascinantes de guerra, experiencia adquirida después de largo tiempo viajando y ganándose el favor de algunos reinos.

Conversaron amenamente antes de que uno de los sirvientes mandara a todos a callar, de inmediato los músicos se pudieron escuchar, tocando una melodía que empezó suave. Era la primera vez que Gojo oía música de ese tipo.

En el centro donde todos los invitados se aglomeraban apareció una mujer vestida de finas telas de color rosado, todos alrededor se alejaron dejando un gran hueco en el que solo la mujer se desenvolvía.

Los instrumentos tomaron fuerza por todo el salón y detrás de la mujer aparecieron más personas vestidas de la misma forma.

Telas de tul amarradas a la cintura por cinturones dorados que parecían tener joyas de verdad, tops delicados de los mismos colores o distintos, incluso algunos tenían cadenas que caían desde gargantillas y se repartían por toda la espalda, en sus rostros adornaban de la misma tela pedazos desde oreja a oreja que solo dejaban ver sus ojos maquillados.

Era la primera vez que Gojo presenciaba todo esto, se arrepiente demasiado no haber venido antes a esta parte del mundo.

Los bailarines y bailarinas movían sus cuerpos al compás de la música, o eso creía el albino, apenas entendía lo que estaba pasando, pero le estaba gustando mucho.

ABSURDO [Nanago/oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora