V. Mordida

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El Lamborghini del mayor relucía en la entrada de la universidad, como era común algunas personas voltearon a ver como el lujoso auto se paseaba con recelo hasta llegar al estacionamiento, las luces polarizadas no dejaban ver nada, pero todos de inmediato deducían al dueño de este.

Apenas se estacionó el auto el rubio volvió a sentir esa sensación incómoda, expectante y ansiosa, sentía palpitar la apenas herida en su cuello, se quedó sentado sin mover un dedo mientras el ojiazul bajaba de su auto con pasos vigorosos, con una apariencia presumida que hoy resaltaba más que nunca, incluso la gente se atrevería a murmurar que sus ojos brillaban con tal intensidad que lo notaban sobre los lentes oscuros.

Caminó tranquilo hacia la otra puerta con el propósito de abrírsela a su novio, pero antes de que hiciera algo, la puerta se abrió con fuerza, casi golpeándolo.

Para Nanami, apenas salió el aire chocó directo contra sus clavículas, el suéter de cuello uve exageraba por completo la delicadeza de su cuello, lo hace ver como si deseaba con vanidad que todos lo observaran, lo cual, por supuesto, era lo que menos quería ahora.

La herida de su marca contrastaba dramáticamente con el color de su piel, por ser tan reciente aún conservaba un poco de lo rojizo, la había estado observando todo el camino por el espejo retrovisor, desde que Gojo se atrevió a pedirle, o, mejor dicho, obligarle a ponerse aquel suéter.

Salió del auto con rapidez disimulada y se echó a andar sin esperar a nadie, escuchó como la puerta era cerrada detrás de él y como el alfa lo seguía con entusiasmo.

La mirada de todas las personas en ese enorme patio no se hizo esperar, los murmullos tampoco, Nanami nunca se había sentido más observado en toda su vida, y empeoró en demasía cuando al peliblanco se le ocurrió pasar una mano sobre su cintura.

Se tensó como respuesta automática - ¿Se puede saber qué está haciendo Gojo-san? – dijo con rudeza retirando el brazo con un manotazo.

-Nanami… somos pareja ahora, ya te dije que no me gusta que me desobedezcas, será mejor que dejes esos malos hábitos tuyos de golpearme en público – habló con fingida indignación acompañado por un tono desconocido al que Nanami se recordó a si mismo acostumbrarse - ¿Y no es obvio lo que estoy haciendo? Déjate querer – ahora intentó pasar su brazo por los hombros del menor, pero antes de que hiciera algo este tomó su mano y la entrelazó con la suya.

- Es todo lo que tendrás por ahora – las mejillas del peliblanco se tornaron rojizas y volvía a su sonrisa socarrona.

En cambio, Nanami luchaba con todas sus fuerzas por mantener su expresión estoica de todos los días y no golpearlo ahí mismo por exigir cosas tan estúpidas.

Nanami era conocido en su salón por ser un alfa con muy buena actitud, era amable, considerado, serio y no se prestaba para sandeces, en la universidad era medianamente popular. Siempre con la cabeza fría y usando la lógica para todo. Era un alfa que se ganaba el respeto de todos.
Quizas fue por todo eso que la gente se encontró muy sorprendida por la noticia que se divulgó.

“Nanami Kento es ahora un delta”

Escuchó un par de veces mientras se dirigía a su siguiente clase.

Que un alfa se deje morder por otro alfa solo significaba una cosa, amor. No había otra excusa real que daría un alfa para rendirse a sus instintos y estafarlos.

Aunque estaba seguro que no hablaban por él, sino por el otro alfa, Gojo.

Él si era bastante popular por toda la universidad, un vago de buenas calificaciones que tenía a todo babeando solo por sus bonitos ojos y esa sonrisa ensayada.

ABSURDO [Nanago/oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora