Prólogo

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Caminaba por la extensa y oscura calle de la noche. Marcus Dagger, el atractivo vampiro más temido del último siglo, se encontraba sediento de sangre. Su pelo alborotado oscuro, como la noche misma, su gran y destacable altura, su majestuoso corpulento cuerpo y sus ojos rojos como la sangre, aterrorizaban a toda persona que se cruzaba con él. Incluso sin saber su identidad.

Localizó desde la lejanía una calle llena de casas que aparentemente pertenecían a gente que disponía de mucho dinero. Le pareció una gran idea para llenar su apetito.

La que más le llamó la atención fue una gran y lujosa casa, de tonos blancos. Para acceder, había que atravesar un jardín muy grande donde había una majestuosa fuente. También disponía con un parque para niños, que sacaba un poco de tono la monotonía de la casa.

Después de saltar la verja y caminar por el interminable jardín, entró por una ventana de un lateral de la casa. Que casualmente estaba abierta, un punto a su favor.

Accedió en un amplio pasillo de mármol. Decidió subir las escaleras que encontró a su derecha, también de mármol. La casa en total tenía tres plantas, así que él subió hasta la tercera.

Entonces oyó unos susurros que provenían de una puerta entreabierta.

— No sé si a Peyton le va tiro con arco — dijo una voz masculina.

— Lo hemos intentado todo, tiene que hacer algún deporte y salir de la burbuja nuestra casa.Tiene nueve años, debería hacer más amigos — respondió una voz femenina.

Marcus se acercó más y abrió la puerta sigilosamente. Todo estaba a oscuras, así que no lo verían. En cambió él, pudo distinguir dos cuerpos tumbados en la cama.

Se abalanzó sobre el de la mujer y le mordió en el cuello, absorbiendo su sangre.

La mujer empezó a gritar como una histérica sin saber muy bien lo que estaba sucediendo. El hombre, que alucinaba por la película de terror que estaba viviendo,  abrió las luces e intentó empujar a Marcus para que parara, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Ni siquiera le movió ni un poquito, Marcus era demasiado fuerte.

Cuándo la mujer no parecía tener nada más que ofrecerle el hombre, que acababa de llamar a la policía, gritó desesperadamente:

— HAS MATADO A MI MUJER.

— Tranquilo, tú eres el siguiente — dijo Marcus con su voz grave y fría, acompañada de una sonrisa malévola.

Se abalanzó sobre el hombre y siguió los mismos pasos que con la esposa.

Cuándo parecía estar en sus últimas, susurró:

—Por favor…No le hagas nada a Peyton.

Y murió.

Marcus colocó los cuerpos en la cama y los tapó con la manta. Simplemente por diversión. Pero cuándo ya se estaba apunto de irse, apareció una niña de cabellos rubios que rondaba los nueve años.

—¿Quién eres tú? — preguntó la niña.

Marcus se preparó para atacar pero en cuánto sus ojos se encontraron con los grandes, verdes y cargados de bondad de la niña , muy a su pesar, la cargó en brazos y la llevó hasta su habitación.

—Tus padres están muy cansados — le dijo colocándola en la cama. — Dejales descansar.

—Es que he tenido una pesadilla… — sollozó la niña.

—Ya ha pasado. Yo me quedo aquí contigo hasta que te duermas — se obligó a decir Marcus.

La verdad es que Marcus nunca sentía pena ni empatía por nadie. Pero esa niña le había trastocado. Hasta al punto que casi lamenta lo que había hecho con sus padres. Casi.

Cuándo la niña se quedó dormida, Marcus se fue por la puerta.

Así que se fue por un callejón, en busca de otras presas.

DaggerWhere stories live. Discover now